El sida sigue oculto en la cárcel

«Que no pasa nada por meterse un pico, que son 'pamplinas' de la tele». Hace veinte años que Manolo contrajo el sida. Así de fácil, por compartir una jeringuilla. Cuenta que ya estaba enganchado a la heroína y que por aquel «vicio» pasó algunos años parando, día sí día no, en la cárcel. No recuerda si fue allí donde se contagió o tal vez una noche al salir de cualquier local de Cádiz. Por entonces la provincia se había convertido en la zona cero del drama colectivo. Ahora Manolo sale de la cárcel tras cumplir una pena de siete años y afronta de nuevo la libertad con un tratamiento de por vida.

Los datos dicen que el VIH es un problema ya está superado. Cada año se diagnostican menos casos y se hace un balance positivo por el Día Mundial contra el Sida. Hoy los medios volverán a recoger discursos de triunfo. Pero el tiempo no parece haber pasado igual en las cárceles. Allí más de 360 reclusos padecen la enfermedad. Muchos en fase terminal que no reciben una asistencia regular.

Desde hace seis años, semana sí semana no, Antonio Vergara, jefe del servicio de Medicina Interna del Hospital de Puerto Real, visita a los pacientes en prisión. Los inicios no fueron fáciles. Explica el especialista que se trató de una iniciativa de su propia unidad para evitar que los reclusos perdieran las citas. Era la única manera de mantener un control.

Tratamiento entre rejas

Desde entonces la situación ha mejorado mucho. «Cuando se está dentro cuesta trabajo encontrar confianza y no suelen seguir los tratamientos que les administra los enfermeros de prisión». Una visita semanal de un profesional de fuera les da otra perspectiva al a asistencia sanitaria. El doctor Vergara insiste en que «eso los motiva y les supone un estímulo para afrontar la enfermedad». A pesar de todo, el número de afectados no desciende tras las rejas. Eso sí, son de mayor edad. La media se encuentra entre 40 y 50 años. La red de prisiones de El Puerto está cubierta, pero la cárcel de Algeciras no dispone de este servicio.

La comunicación entre la penitenciaría y el hospital resulta mucho más fluida desde entonces y ahora lucha por conseguir que se excarcelen a los enfermos terminales más afectados y que ingresen en casas de acogida.

Fuera de las rejas la situación es distinta. Ya no hay contagios por compartir jeringuillas a pesar de que la heroína vuelve al consumo habitual. Todos los nuevos casos son por vía sexual y el principal problema es que entre el 25% y el 30% de los que tienen sida lo desconocen. Los datos los ofreció ayer la Consejería de Salud, que está formando a diferentes colectivos sociales para realizar test rápidos. Son estos pacientes los que continúan extendiendo el virus al mantener relaciones sin protección.