¿Gafa Nadal?

No lo queremos asumir, es blanco, en botella, y todavía albergamos la esperanza de que no sea leche. El país está sufriendo en silencio esta hemorroide emocional y nadie se atreve a reconocerlo en público por temor a causar una cadena de desencantos de consecuencias imprevisibles. Es normal, con la crisis encima, con los polos derritiéndose como si el mar fuera de güisqui, y perplejos ante la incapacidad de Obama para liderar la lucha contra el cambio climático, no queremos añadir una preocupación más al maltrecho estado de ánimo colectivo. Yo no aguanto más la presión y decido estallar en este preciso instante para que se esparza mi indisposición visceral por las paredes del templo: ¿Por qué ya no gana Nadal los partidos de tenis, leches? (Libérense conmigo, griten, salten, abran la ventana en busca de un interlocutor; todos somos Espartaco). Ya sé que ha sido un año difícil para él, incluso he escuchado en algún medio que es humano como usted y como yo; tonterías. A mí me han quitado un caramelo de la boca a medio chupar; nos vendieron la moto de su gran fortaleza mental para soportar la presión en los puntos difíciles, y ahora le come la tostada un ruso cojo con más pinta de jugar al ajedrez que otra cosa, y con mucha menos bola en el brazo que nuestro Rafa. Por favor. ¿Quién le ha dado permiso al Davydenko de las narices para ganar a Nadal? ¿Dónde está Moratinos cuando más se le necesita? Hombre, se agradece el sobreesfuerzo de Gasol por distraer la atención con su liderazgo en la NBA, lo hace todo más llevadero. Y la tragedia nos puede estar esperando a la vuelta de la esquina: ¿se imaginan que a Alonso se le cale el Ferrari en la primera carrera? Bueno, yo me muero de vergüenza. Ya estoy contando los días para que llegue Roland Garros y vuelvas a ser invencible. Porque pedirle a Indurain que gane tres tour más, a estas alturas, se me antoja complicado. El día que nos hicimos ganadores, perdimos algo. Pasen buen día.