SOMOS DOSCIENTOS MIL

Un pleno movido

Grupos de manifestantes provocaron el jueves un gran escándalo a las puertas del Ayuntamiento

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Como les considero personas razonablemente bien informadas, máxime ahora que LA VOZ adopta este formato tan novedoso -pura invitación a la lectura-, les supongo al tanto de lo ocurrido el pasado jueves, a las mismas puertas del Consistorio jerezano, donde hasta cuatro grupos de manifestantes, lograron reventar el Pleno que, desde primeras horas de la mañana, celebraba nuestro Ayuntamiento. Intentaré obviar detalles superfluos, tales como el uso de tambores, bocinas y petardos; la entonación de canticos navideños, la presencia 'in situ' del propio Papá Noel, o la coincidencia de los manifestantes que, a pesar de quejarse por motivos muy diferentes -desde la carencia de medios de la Policía Local, la falta de empleo como queja del Colectivo de Parados, el impago por el que protestaban las trabajadoras del servicio de ayuda a domicilio, o la exigencia de un 'parking' gratuito a cargo de la correspondiente plataforma-, si es verdad que lograron una unidad de fuerzas tal que obligaron a suspender el Pleno, protagonizando uno de los grandes escándalos de la historia democrática de esta ciudad.

No es la primera vez que en Jerez ocurren situaciones que al propio Franz Kafka sacarían de la tumba, impulsándole a escribir una nueva obra -me viene a la memoria el enfrentamiento ocurrido hace años entre la Policía Local y la Nacional con motivo de la paralización de unas obras en el Aeropuerto de Jerez- pero, regresando a la actualidad, lo ocurrido a las puertas del Ayuntamiento de una de las ciudades más importantes de Andalucía es de una gravedad que asusta.

Queramos o no, quienes estaban dentro debatiendo asuntos relativos a nuestra ciudad, son aquellos a los que mayoritariamente dimos la confianza en las pasadas elecciones locales. Es cierto que cuatro años entre convocatorias electorales, a veces es un periodo demasiado extenso, que llega a eternizarse cuando debemos soportar a políticos ineptos. Sería cuestión de legislar una especia de revalidad popular anual de forma que, a través de internet, los ciudadanos pudiéramos poner nota a nuestros políticos y, si suspendieran, irían directamente al paro. Más como tal método no existe, y dudo mucho que lo implanten por aquello de evitar que podamos desbancarlos de sus cómodas poltronas, de momento no queda otra que esperar un par de añitos y, en la próxima convocatoria electoral, manifestar cívicamente nuestro rechazo hacia las formas en que hemos sido gobernados por tal o cual formación política.

Pero igual que critico la actitud de los manifestantes, la contundente respuesta de nuestra alcaldesa, anunciando que iba a solicitar a la Subdelegación del Gobierno la presencia de agentes antidisturbios para evitar este tipo de situaciones, tampoco es de recibo. En modo alguno la solución pasa por utilizar el Código Penal. Jerez es una ciudad en crisis y esto sólo se arregla olvidándonos de proyectos pomposos y faraónicos -tranvía urbano, carriles bicis, funiculares...- y uniendo esfuerzos para crear un tejido industrial, hoy inexistente, que permita a la ciudad salir del atolladero social y económico en el que actualmente se halla. Cualquier otra medida, lamentablemente, sólo generará situaciones de mayor gravedad y, si no, recuerden aquella frase clásica: «La Violencia sólo engendra violencia».

Por cierto, me van a permitir un comentario malicioso para terminar. Se han preguntado qué habría dicho la oposición si la solicitud de antidisturbios la hubiera hecho como alcaldesa María José García Pelayo del PP. Vuelven los fachas, la derechona más tradicional, el espíritu del 39 y, no sé cuántas sandeces más que, de una vez, también deberíamos olvidar. Lo triste es que resulta difícil, pues a fuerza de abrir tumbas, retirar trozos de historia y reconocer pensiones que nadie reclama, nuestros gobernantes siguen empeñados en hacer justamente lo contrario...