EL TRANVÍA

JEREZ CRISPADO

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Las puertas del Ayuntamiento se han convertido de un tiempo a esta parte en una especie de ventanilla única. Eso sí, un tanto peculiar, porque la gente no acude allí a pedir información o llevar a cabo una gestión. Ahora lo que se lleva es ir a la calle Consistorio a protestar y a hacer ruido. Lo de esta semana ha sido un buen ejemplo. Hasta cuatro colectivos diferentes coincidieron el jueves en los accesos a la casa consistorial durante la celebración del Pleno: trabajadoras de Sergesa (servicio de atención a domicilio), Policía Local, parados y la plataforma ciudadana que reclama un aparcamiento gratuito en el hospital. La liaron gorda. Y mucho. Pitos, petardos, pancartas y gritos dibujaron un panorama dantesco e impropio de una ciudad como Jerez. Lograron reventar la sesión plenaria que se está celebrando dentro. Hasta el punto que tuvieron que suspenderla y dejar pendiente el punto del orden del día. Lo de los agentes policiales, que siguen reclamando mejoras en los recursos materiales con los que trabajan, resulta especialmente significativo. También tiene su pizca de controversia añadida. Porque, guste más o menos a alguno, no deja de ser cuestionable que quienes se suponen que deben velar por el orden sean quienes, sin embargo, monten jaleos de ese calado y de esa gravedad.

Pero lo peor de todo es que la cosa no tiene pinta de quedarse ahí. Hace ya mucho que el ambiente está cripsado en Jerez. Muchísimo. Cada vez más. El paro y las malas perspectivas de futuro -no hay visos de cambio ni a corto ni a medio plazo- están agotando la paciencia de cada vez más personas y colectivos. Y, claro, lo que pilla más cerca para quejarse y exigir es el Ayuntamiento, que, dicho sea de paso, tampoco es que se esté destacando precisamente como un ejemplo a la hora de afontar la crisis. No está ofreciendo ni soluciones ni alternativas para paliar los efectos de la misma. Eso sí, insiste una y otra vez en que las perspecivas de futuro en Jerez son buenas, que las inversionesy proyectos que están por llegar generarán mucho empleo y que el presente es sólo eso, un presente al que le seguirá un futuro radicalmente distinto.

La confrontación política tampoco está ayudando a paliar esa crispación que existe en Jerez. Todo lo contrario. Que se pierda el tiempo echando la culpa al otro de lo que está pasando no hace más que cabrear más al personal, dejando, además, la sensación de que lo que se busca es simplemente el rédito político. No es el momento de eso -ya llegará el momento, llegado el caso, de pasarle factura a quien sea necesario-. Lo que toca ahora es sentar a todos -partidos, agentes sociales y económicos, sindicatos, empresarios...- en una misma mesa y fijar las bases de un gran pacto local que sirva para remar con más fuerza y en la misma dirección. Y, sobre todo, dejar de alimentar esa crispación.

La libertad es, sin duda, una de las grandes ventajas de la democracia. Permite opinar, pensar y actuar como se quiere, pero dentro, lógicamente, de unos límites. Como dijo Alberto Iniesta, «en una democracia es también democrático protestar... democráticamente». Y eso es, precisamente, los que algunos no están haciendo.