Sociedad

El amigo poeta

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Cuando Pep Guardiola nació, a Miquel Martí i Pol, operario de una fábrica textil, militante del PSUC y poeta, le acababan de diagnosticar una esclerosis múltiple. El horizonte de una vida postrado en silla de ruedas no amilanó a Martí i Pol, que tuvo que dejar el taller, pero no descuidó sus versos. Su poesía limpia cautivó al cantautor Lluis Llach, que puso música a las palabras del escritor barcelonés. Cuando conoció a Llach, Guardiola sólo le pidió una cosa: que le presentara a aquel poeta minúsvalido de pulso tan claro y emocionante. Así nació una relación intensa, hecha de mutuas confidencias. Pep y su mujer, Cristina, solían visitar a Martí i Pol en su casa de Roda de Ter (Barcelona); futbolista y literato se encerraban durante horas, charlando de todo: de versos, de fútbol, de música, de la vida entera... El poeta, agradecido por la amistad de aquella pareja joven e inquieta, les dedicó su 'Llibre de les solituds'. Cuando Miquel Martí i Pol murió, en 2003, Guardiola estaba jugando en Qatar. Antes de viajar al emirato, el mediocentro catalán le había pedido que siguiera escribiendo, porque leyéndole podría sentirse más cerca de casa. El mismo día en que conoció su muerte, Pep Guardiola cogió un avión, llegó a Barcelona, asistió al funeral, se abrazó con la viuda, Montserrat Sans, y regresó al Golfo Pérsico. Lo merecía su amigo, el poeta obrero.