Jerez

Flick-Flock no deja a nadie impasible

Su autora y directora, formada en el ballet clásico, propone la escenificación de un mundo en el que todos tienen cabida La obra 'Los yo soñados' ofrece una sociedad idílica en la que el egoísmo no tiene sitio

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Hace unos días nos desplazamos a la cercana y salinera población de Chiclana, la que costeramente alineada con sus otras hermanas de 'Los Puertos', está cada día más bonita y modernizada. Movidos por una propuesta teatral en torno a la danza, llegamos con tiempo suficiente para aparcar y pasear sus calles limpias y bien pavimentadas en las que destacan recién restaurados sus antiguos edificios y casonas del XVIII.

Proseguimos por sus calles hasta encontrar lo que buscábamos: el teatro Moderno, que bien hacía honor a su nombre; un espacio remozado, en el que se ha cuidado el detalle, dotándolo -valga la redundancia- con los más modernos medios para la escenificación de las obras que en él se representan.

Apenas subimos la empinada escalinata y accedimos al vestíbulo nos encontramos con una vorágine juvenil que trasegaba ropa multicolor que supusimos era el vestuario. Padres que acompañaban a sus hijos y adultos que portando su localidad se entrecruzaban con una chiquillería entusiasmada que nos hacía pensar que algo importante estaba a punto de ocurrir, por lo que nadie había venido en balde. Aquella energía nos apresuró e hizo que buscáramos nuestra butaca a la espera del acontecimiento.

Apenas se levantó el telón, una especializada iluminación nos describió la escena, mostrándonos un plantel de bailarines de muy diversa índole y condición física, que, apoyados en una bien estructurada coreografía nos hizo pensar que en danza todo es posible.

Desde ese preciso momento nuestros sentidos se abrieron de par en par para dar mejor lectura al texto que los artistas nos iban redactando con sus incursiones en la corbata del escenario.

Durante los minutos que estuvimos haciendo cola en la taquilla, leímos en la cartelería el sugerente título de la obra: 'Los yo soñados', despertándosenos un especial interés por conocer el sueño de aquellos bailarines cuyo 'yo' se cuestionaban y nos iban a interpretar para hacérnoslo ver. Y lo consiguieron. ¡Vaya si lo consiguieron! Porque: ¿Quién no sueña con ser mejor? ¿Con sensibilizar a la sociedad? ¿Con erradicar a la enfermedad? ¿Con humanizar la sanidad? ¿Con anular las barreras arquitectónicas?

Para que todos seamos más empáticos y solidarios con los que sufren, comprendiendo y ayudando a todos aquellos que conviven con nosotros con alguna minusvalía; porque por lo general, la sociedad no se da cuenta de las dificultades que tienen que salvar para compartir con nosotros un mundo egoísta que hemos construido sin tenerlos en cuenta.

Fueron casi dos horas las que, en un constante derroche interpretativo, el elenco mantuvo pendiente del escenario al público que abarrotaba la sala. Aunque la obra constaba esencialmente de 3 actos, las múltiples coreografías con las que los bailarines las llevaron a cabo hilvanaron una serie de secuencias en las que el 'Yo' soñado quedó sobradamente descrito por sus intérpretes. Algunos, entre los que podríamos destacar a Emma: bellísima bailarina cuyo físico estilizado y flexible describió con creces su parte del libreto y que junto a Javi Pinocho, llevaron a cabo el peso de la expresión más ingrávida y ortodoxa de la danza.

En contrapunto a ellos, el guión contó con Irene, consumada bailarina, quien plena de vigor tuvo la responsabilidad de teatralizar la fuerza de representar y transmitir la energía necesaria para erradicar falsos mitos, convencionalismos y estereotipos. Ramiro fue con Irene otro artista 'portor' en el que recayó la sustentación del 'ágil' por lo que su danza tuvo un dialogo sólido y resistente con la que comunicó propuestas plenas de capacidades hasta ahora inusuales.

Obvia decir que la puesta en escena de este ballet no es fruto de la improvisación, por lo que detrás de su intrincado montaje y organización existe una cabeza pensante, la de su autora: Susana Alcón, cuyo talento creador es capaz de estudiar a cada alumno, a fin de conocer sus cualidades y capacidad interpretativa, las que, tras ofrecérselas se las exige en cada ensayo hasta sacarle todo lo que cada uno lleva dentro; no sólo en el terreno puramente plástico, sino también en el que aborda la gama de los sentimientos, logrando que sus actores lleguen a crear en el escenario el halo mágico que toda obra debe tener para transmitir, para cautivar, y en suma, para emocionar al espectador.

Formada en el ballet clásico y especializada en psico-danza, Susana Alcón es la autora y directora de la idea y por lo tanto responsable del desarrollo y puesta a punto de la misma.

En su libreto nos habla de un mundo en el que todos tenemos cabida; plena sensibilidad, ha sabido elegir un elenco compuesto por numerosos bailarines y actores con algún tipo de minusvalía a los que ha transfundido su disciplina y amor por la danza, haciendo que estos transmitan una realidad artística e interpretativa jamás vista, que sensibiliza al espectador volviéndolo más empático y comprensivo con ellos, que como otros cualquiera también pueden emocionarnos, pues tuvieron la capacidad de llegar hasta el fondo de los corazones de los presentes.

De ahí que sumáramos nuestro clamor, vivas y aplausos a tantos padres, familiares y allegados afines a la obra y sus intérpretes.