Purita Campos, fotografiada en su estudio. / VICENS GÓMEZ
PURITA CAMPOS ILUSTRADORA

«No hay nada como el cómic»

La creadora de 'Esther' comprueba que su personaje no ha pasado de moda mientras participa en los salones del cómic más relevantes

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Cuando era pequeña, leía lo mismo tebeos que cuentos o libros para niños. Una cosa no entraba en conflicto con la otra, como parece que ocurre ahora, cuando niños y niñas hacen cajoncitos con las lecturas y el fan de las aventuras de misterio no puede serlo de las intimistas; el que lee novela no lee tebeo, parece. «Yo leía de todo», dice Purita Campos (Barcelona, 1937). Pero ya tenía una especial querencia por las ilustraciones y algunos autores.

La ilustradora de Esther (Patty's world en inglés) se recuerda a los ocho y nueve años pidiendo como regalo de Reyes cuentos infantiles «con dibujos de Emilio Freixas». De los tebeos, durante el resto del año, prefería las aventuras de Florita, el primer cómic que tuvo entre las manos. Florita, con viñetas de Vicente Roso, fue la revista estrella entre las adolescentes en la década de los 50 y a Campos le encantaba cómo trataba las relaciones del personaje con la familia y los amigos. Dicen que fue la primera heroína sexy del tebeo español. Con ella ocurrió lo que después pasaría con su Esther, un éxito durante años y años que ha resucitado con las nuevas aventuras del personaje, una mujer de más de 30 que se enfrenta a los problemas de hoy.

-Desde pequeña tenía su criterio con los dibujos. ¿Pensó que podía dedicarse a ello?

-En realidad no, me dediqué a la moda. Mi madre era modista así que en su taller teníamos todas las revistas más fashion de la época, como el Vogue. Estudié Bellas Artes y me especialicé en moda, haciendo figurines en una editorial.

-¿Se consideraba un trabajo serio?

-Eso de la profesión seria tiene gracia... porque ahora tampoco. Si dices que eres dibujante de cómic te miran diferente, como pensando qué bicho más raro. Es lo que hay.

-¿Cómo llega a ello?

-No se me había ocurrido nunca, me gustaban los tebeos, pero a los 15 años dejé de leerlos. Estaba más por la pintura y empecé en Artes y Oficios, luego en Bellas Artes. Iba a comprarme revistas con ilustraciones de norteamericanos, que me parecían fabulosos.

-También había en España. ¿Pero era cosa de hombres?

-De raritos, seguro. Había buenos dibujantes, pero no hacían revistas para chicas. Sólo había una mujer en este mundillo, Pili Blasco, la hermana de los Blasco, de los mejores dibujantes de cómic.

-¿Y cómo acaba en el oficio?

-Por pura casualidad. Mi hermano conoció al dibujante de la familia Cebolleta, Manuel Vázquez, y le comentó que yo dibujaba. Él le dijo que me pasara por la editorial Bruguera y llevara algo para enseñar. Mi hermano me acompañó a ver de qué se trataba. Me recibió Víctor Mora, estuvieron viendo mis dibujos y dijeron: «Puedes empezar mañana». Así que al día siguiente dije en mi trabajo que estaba enferma y me fui a ver qué se guisaba por allí. Yo no sabía hacer cómics, no lo había pensado nunca. Y entré haciendo pequeñas ilustraciones para textos. De tanto ver lo que hacían otros me empezó el interés. Ellos me animaban mucho, pero cuando veo aquello ahora me asusto. Era muy rudimentario.

Inspiración

-Hablamos sólo de las viñetas, no de los guiones.

-Nunca me he planteado ser guionista. He tenido buenos guionistas, ha sido una suerte. Cuando quisieron captar el mercado europeo, nos encargaron unas muestras a unos cuantos dibujantes y aunque pensaba que no estaba preparada presenté algo y entre los que eligieron estaba yo. Me dio mucha alegría y un susto enorme también, no sabía cómo iba a salir de aquello. Al final creé mi propio estilo. Las historias que me enviaban de Inglaterra eran muy sosas, tres o cuatro páginas sin ningún sentido. Lo iba a dejar. Y apareció Patty's World. Me gustó mucho y decidí seguir un año más. Pensé que duraría sólo eso, porque eran tres páginas semanales. Luego llegaría a cuatro. Y duró dos décadas. El guión era muy bueno, con mucho sentimiento, tocaba y desarrollaba los temas estupendamente. Philip Douglas era buenísimo.

-¿Y la inspiración para ponerle cara a Esther?

-Hay una evolución clara. Las primeras páginas en el año 1971, aquí publicadas en 1974, no tienen nada que ver con las de cuatro años después. Las primeras estaban bien, si no, no se habrían publicado, pero no a mi gusto. Y gustaban mucho. Es un trabajo de poco a poco. Me gusta mucho el cine desde siempre y las películas de entonces, la moda, aquellas actrices como Hepburn, me han influido mucho. Yo era capaz de ir a ver la misma película musical diez veces.

-'Esther', un superventas.

-Aquí, quebró la editorial y duró un poco menos, pero en Inglaterra se publicó durante casi 20 años, y cuando cerraba la revista en la que se publicaba se movía a otra. Siempre pasaba lo mismo, estuvo en cinco o seis publicaciones, desde Princess Tina a Girls. Se puso de moda la fotonovela y todos decían que se iba a comer al cómic. Yo estaba convencida de que no, no hay nada como el cómic. Está parada, no es lo mismo. Imposible. Bueno, la fotonovela no pudo con Esther.

-El cómic consigue un movimiento que es imposible en la fotografía.

-Lo que explicas con un dibujo es siempre mucho más, lo que cuentas y lo que transmites, puedes estar un buen rato mirando todos los detalles de una viñeta. La foto era más plana.

-Y luego 'Esther' vuelve.

-Para sorpresa mía. En el 2005, creo. Me habían invitado al Salón del Cómic de Gijón en 2002, porque dedicaban los actos a la mujer. Había dibujantes norteamericanas y europeas...Y estaba yo, pero ha habido otras y muy buenas. No pensé que nadie se fuera a acordar de mí, lo había dejado en 1988. Estábamos firmando y empezaron a venir fans, se hizo una cola de 50 mujeres con sus libros desgastados de la Serie Azul de Esther. Me emocionó de verdad. Al volver me llamaron de la editorial Glenat por si estaba interesada en recuperar el personaje, no sabían nada, pero coincidió.

Resucitar al personaje

-Y sí estaba interesada.

-Mucho. No esperas que 20 años después esté tan presente. Las niñas que me leían con nueve ó diez tenían 30 años y me pareció bonito. Había que restaurar un montón de páginas y no teníamos los originales, así que planteé hacerla ya mayor, ahora. Con una hija, divorciada, y en la editorial les pareció buena idea. Quedó en el aire y cuando fuimos al Salón de Cómic de La Coruña, le propusimos a Carlos Portela, su director y guionista, que lo escribiera. Fue una gran idea, estoy encantada. Es como si Douglas hubiera evolucionado. Es fantástico.

-Por muy bonito que sea el dibujo, sin un buen guión.

-Nada. Un buen guión y un dibujo que conecte. Si no, nada. Yo lo estoy haciendo con mucha ilusión y muy a gusto, a mediados de diciembre sale el número tres. A ver qué dicen.

-¿Tiene noticias de las lectoras?

-Les gusta. A un 99%, sí. Siempre hay alguien que no... pero ni lo recuerdo. Está gustando mucho.

-¿Cómo ve el mundo del cómic en España?

-Leo, me interesa, pero tampoco puedo leer mucho. He restaurado 400 páginas al año de Esther y además tengo que dibujar 48 nuevas. No tengo mucho tiempo. En las librerías miro todo lo que hay. El cómic está en todas partes, en las tiendas especializadas y en las grandes cadenas de librerías. Se está haciendo buen cómic. He sido miembro del jurado del Premio del Cómic en Madrid y me encantó el que elegimos. Hay muchos y premios y hay público. Habrá más, estoy optimista.

-¿Qué cosas encuentra el lector en el cómic?

-Es muy especial. Confluyen el guión, los dibujos, te puedes recrear en ellos, volver atrás y volver a mirar las viñetas para encontrar algo más. El cómic es especial, como cualquier libro. Dicen que los libros van a desaparecer con esto de lo digital. Que vamos a leerlos en estos chismes electrónicos. No creo. Coger el libro, mirarlo en la librería, olerlo, tocarlo... Es muy especial y no morirá. Ni el cómic, claro.