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¡Échame una mano, primo!

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Anda Nicolas Cage escaso de efectivo. Hacienda le reclama cuatro millones de euros y aunque debiera tener eso y mucho más, no le salen las cuentas. Porque en la misma medida que estratosféricos son los sueldazos de la gente guapa, así son también las facturas. El caso es que Cage anda haciendo encaje de bolillos con los números. A nadie de gusta que le vayan tachando de moroso o arriesgarse a que cualquier día el cobrador del frac, en cualquiera de sus múltiples facetas, le afee en medio de un rodaje. Pero claro, renunciar a los caprichos de ricos cuando uno lleva permitiéndoselos toda la vida tampoco gusta. El actor podrá seguir pegándose una vida de lujo porque si le hace falta un préstamo a interés cero se lo hace su amigo Johnny Depp. Éste se siente en deuda con Cage porque al parecer cuando él no era más que un joven músico anónimo que se ganaba el pan como vendedor éste le echó una mano. Poco menos que le extendió la alfombra roja de Hollywood al insistir en que se presentara al casting de la película Pesadilla en Elm Street en 1984. Logró el papel y el resto es la historia conocida. Además de un actor consolidado, ahora Depp demuestra que es de los que devuelven los favores.