La calle, tras un comienzo caracterizado por el tránsito de coches, se abre pacífica y placentera en el siguiente tramo. / CRISTÓBAL
Jerez

Una calle para una mujer ejemplar

Josefa de los Reyes se inauguró en diciembre de 1991 en homenaje a esta reconocida y ejemplar doctora jerezana que ejerció su profesión para dignificar a los demás

JEREZ Actualizado: Guardar
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Hay una parada de autobús en el Paseo de las Delicias que está situada a un extremo de la calle. En la gran avenida huele a neumático recalentado. El estrés de los conductores se siente flotar en el ambiente y se contagia hasta llegar a las gomas. Esa sensación de agobio, como de no llegar nunca al destino, se deja caer también en el aire y corta como afilada navaja en la fresca mañana jerezana. En la parada del autobús hay un señor de avanzada edad que parece ajeno a todo esto. Desconectado completamente del patio de Monipodio que es un escenario cargado de tráfico. Luces por aquí, un pitido seco por allá y una frenada para tomar la curva y entrar en la plaza. Sinceramente, el señor afirma no saber nada de la doctora Josefa de los Reyes. «Posiblemente, fuera alguien importante de Jerez; no sé». Y continúa con sus pensamientos mientras espera la llegada del autobús de la línea 6. O la 8, vaya usted a saber.

Pero, afortunadamente, el ruido se va quedando a la espalda según se avanza por la calle Doctora Josefa de los Reyes y el barrio se abre pacífico y placentero. Al fondo se escucha un trinar de los pájaros enloquecedor. Sin duda, procede de la cochera de Bernardo, que está con sus canarios. Amarillos, blancos y verdes, los hay para todos los gustos y de prácticamente todos los colores. Un par de sacas de alpiste -del de toda la vida, no del jerezano que tanto gusta- arrumbadas en un rincón y mucha faena por delante, porque los pájaros dan mucho trabajo.

Afición

Bernardo, a sus 81 años, todavía guarda la afición. En medio de la cochera es casi imposible abrirse paso con la voz porque los canarios se han levantado con ganas de guerra. Así que los trinos se entrelazan con la voz de nuestro hombre, que anda adaptando un cajón para convertirlo en jaula. «Esto es una afición que ya tenía mi padre. Yo con diez años ya estaba poniéndoles agua a los canarios de mi padre. Y mira, con 81 años todavía sigo con la afición», asegura.

El caso es que las jaulas están limpias, las paredes blancas y el orden es perfecto, a pesar de tener alrededor de 300 ejemplares «anillados, federados y perfectamente preparados para competir». Pero Bernardo ya no se toma muy en serio esto de los concursos. «Entras por la puerta y ya te están pidiendo dinero. Cada vez me presento menos, no merece la pena. Lo que pasa es que a mi edad tengo dos alternativas: o me siento en un banco a que me dé el solecito o me distraigo con mis pájaros. Y a mí esto me encanta. Hasta que deje de estar aquí. Después, mi familia que haga lo que quiera con ellos», señala.

Pero el canto al aire y la pregunta del día es saber quién era la doctora Josefa de los Reyes. En la basta historia de Jerez han existido muchas mujeres ejemplares. Algunas fueron conocidas, otras, en cambio, pasaron por la vida sin hacer ruido. Y éste es el grupo a la que la doctora Josefa de los Reyes pertenece para la memoria de la ciudad. Hija de catedrático de medicina, mujer del recordado doctor José Arcas Gallardo, madre de los hermanos Arcas y abuela de doctores en ejercicio. El caso es que, en una época en la que las mujeres apenas tenían acceso a la formación, doña Josefa de los Reyes optó por la medicina.

«Siempre creyó que la liberación de la mujer vendría de la mano de la formación intelectual», afirma ahora su hijo Pepe Arcas. Se licenció en Cádiz y sacó su especialidad en pediatría y puericultora en Madrid. Y así llegó a Jerez, donde siempre estuvo del lado del más desprotegido. La doctora llegaba a la calle Cantarería y la calle Nueva y le pedía siempre a cualquier vecina que hiciera café. Y allí mismo pasaba la consulta. «Le pedía a los representantes de medicamentos material sin coste para sus pacientes», dice Arcas.

Ejerció la medicina no como un modo para ganarse la vida, sino más bien como un medio para dignificar a los demás. A finales del año 91, la ciudad le ofrecía su recuerdo a través del nombramiento de esta calle, ubicada en lo que se conoce también como zona o plaza de Alborán.

Jologa

José Lorenzo Gallego es Jologa. Así firma sus cuadros este pintor conocidísimo en la ciudad. Y su taller está en la calle. Un tanto apartado y sin hacer mucho ruido. Es un pequeño local bajo del edificio Ciudad Jardín San José donde da rienda suelta a su inspiración. Ahora está con sus pinceles, trabajando. No concibe la vida de otra forma. Está acurrucado entre los muchos carteles que llevan su firma, como el de la Medalla de Oro de la ciudad al Cristo o la Coronación Canónica de la Virgen de la Concepción. «En Sanlúcar de Barrameda tengo también muchos editados. Son los oficiales de la Semana Santa sanluqueña. Hasta tengo una calle. Y cuatro años que llevo siendo el pintor que hace el cartel de la feria de Algeciras», asegura.

El flexo está encendido y los pinceles descansando en la cubeta. La paleta está lista para lanzarse al lienzo. Los cuadros de José Lorenzo están cargados de realismo y de colorido vivo. Es, en cierta forma, uno de los mejores captadores del Jerez de la devoción. Especialista en retratar con su mirada a muchas imágenes, confiesa que este año no va a pintar el cuadro que cada año hace en la Madrugá: «Estoy mal y el médico me ha dicho que no puedo hacer grandes esfuerzos». Quizá haya que guardar fuerzas para sacar el cartel oficial de la Semana Santa de Jerez. Es la batalla que queda por ganar, Jologa. Una Semana Mayor con un cartel de Jologa sería todavía más jerezana y más auténtica. Y si no llega, pues ya se sabe, tampoco recogieron Raoul Walsh o Frintz Lang su Oscar y nadie discute que fueron unos genios del cine.

Rape

En la esquina de la calle está el bar Nuevo Rape. Lo comandan el matrimonio formado por Francisco Jesús Suárez y Eva María Listán. «En el año 2001 nos metimos en el negocio y aquí seguimos con mucha ilusión», afirma Eva. En el barrio y los alrededores se cuenta que el triunfo de esta joven pareja estriba en las buenísimas cabrillas que se dispensan. Y los caracoles cuando es temporada.

«La cola de toro también está bastante bien; y, por supuesto, la carrillá en salsa de almendras», asegura de nuevo Eva. El caso es que el Nuevo Rape se ha convertido en lugar de comida para muchos jerezanos que conocen el lugar y que saben que la relación calidad-precio está más que justificada. También se cuenta en el barrio que los domingos por la tarde hay buñuelos con chocolate, y que están para chuparse los dedos. El caso es que en la esquina de la calle de Josefa de los Reyes hay buenos motivos para comer o celebrar cualquier acontecimiento.

En la plazoleta, cargada de sombras que proyectan los árboles, ha comenzado a correr un fresco más que considerable. El invierno no perdona y tarde o temprano tenía que llegar. Frío jerezano que se deja sentir cada vez más bajo el crepúsculo. La doctora Josefa de los Reyes no entendió ni de fríos ni de sombras. Cuentan los que la conocieron que, sin lugar a dudas, fue luz para los demás y el calor de los enfermos.