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El pan de las palabras

Mujer sensible que aplica la lectura como una terapia contra el desánimo y la soledad

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Tengo la impresión que una de las claves que explican las acciones y las reacciones de María del Carmen y, más concretamente, su manera generosa, apacible y serena de vivir y de convivir es su exquisita sensibilidad sensorial y emotiva. Me refiero a la delicadeza con la que ella siente en la piel de todo su cuerpo, y a la perspicacia con la que interpreta en el fondo de su conciencia, las llamadas silenciosas que hacen las personas que, a su alrededor, quieren compartir los ratos de bienestar o los momentos de tristeza. Por eso, quizás, esta mujer menuda posee esa singular habilidad para elegir las palabras y, sobre todo, para modular las expresiones. Por eso nos resulta tan grata su compañía y, por eso, nos reconfortan sus comprensivas palabras y su elocuente discreción.

Ahí reside -pienso yo- su notable destreza para descifrar el significado hondo de los episodios cotidianos, para interpretar las preocupaciones reflejadas en los rostros de sus interlocutores y para penetrar en el sentido íntimo de esas palabras que, a veces, pronunciamos de manera mecánica. Ella sabe muy bien que la lectura -igual que el pan- cuando la compartimos y la repartimos nos alimenta más, nos fortalece y nos hace crecer para que demos frutos más sabrosos. Por eso se reúne para partir, compartir y repartir el pan de las palabras: para celebrar y para disfrutar de la vida sintiendo y consistiendo con los demás los pensamientos, las sensaciones y las emociones.

Ella sabe muy bien que los libros pueden curarnos de la enfermedad, salvarnos de la locura producida por la soledad; por eso los lee y nos los lee como una terapia contra el desánimo y como una ayuda para que, reunidos, nos desahoguemos. La lectura -manantial, río y mar- es, efectivamente, una de las actividades que más contribuyen a ensanchar, a profundizar y a elevar la vida humana: nos proporciona un conocimiento supraindividual y nos descubre unas verdes avenidas que nos acercan a la libertad verdadera; es un inagotable motor de superación personal y un mecanismo impulsor de cambios saludables y de ilusiones nutritivas; es un lazo que liga nuestro pasado vivido con nuestro fugaz presente y con nuestro futuro soñado: es una práctica terapéutica que nos ayuda a reconciliarnos con nosotros mismos y que nos empuja, amigablemente, a luchar para no ser presas prematuras de una muerte inevitable.

María del Carmen nos regala lecturas para que exploremos las esencias y para que lleguemos al fondo y al trasfondo de las cosas, para que compartamos la vida sentida, vivida con sencillez, con naturalidad y con autenticidad. Por eso desarrolla su actividad lectora siguiendo las pautas de una conducta moral, de una tarea solidaria y de un compromiso humano.