vuelta de hoja

Mantener el tipo

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El hombre que ejerce mayor influjo sobre la economía de Europa no preside ninguno de sus Gobiernos, si no el BCE, que es como sus íntimos denominan al Banco Central Europeo. Ni siquiera la señora Merkel, que por cierto no es un hombre, se puede comparar con Jean-Claude Trichet. Cualquier decisión que adopte este señor desborda todas las fronteras y repercute en todos los bolsillos comunitarios. Ahora ha decidido mantener el precio del dinero en el 1 por ciento. No confunde el valor con el precio, ya que sabe que el dinero ha valido siempre lo que cuesta ganarlo y en estos momentos, además, es un prófugo ilocalizable.

Lo que los economistas llaman «subasta de inyección de liquidez» está sujeta a acontecimientos que puede alterar su conveniencia de un día para otro. En cambio, las criaturas corrientes necesitamos el pan nuestro de cada día y también el aperitivo. El señor Trichet, que no es un extraterrestre, ni siquiera un tipo extraordinario, ha optado por mantener los tipos de interés oficiales. Que Dios nos coja confesados incluso a los que se nos apareció un día para lograr nuestra milagrosa conversión al agnosticismo. Lo dificultoso, en cualquier caso, sobre todo en el caso de los parados, será que podamos mantener el tipo si la economía sigue encogiendo y los Bancos no sueltan un euro más que cuando alguien los atraca.

A estas alturas del partido, que está siendo pródigo en juego sucio, todos sabemos que si los economistas fueran genios de los negocios serían ellos los millonarios, en vez de ser los asesores, pero seguimos en sus manos. El único que a mí me cayó simpático siempre fue Galbraith, que decía que la sociedad ideal es aquella en la que no se hace distinción entre los lujos y las necesidades.