EL ARTÍCULO

Drama en Somalia

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Era evidente desde el primer momento que la decisión de la Armada de detener a dos piratas que habían participado en el abordaje del Alakrana iba a complicar extraordinariamente la resolución del secuestro, del que ya había numerosos precedentes, que en todos los casos se han resuelto mediante el pago de un rescate.

Y pronto se ha confirmado la complicación: el celo castrense, unido a la rápida apertura de un procedimiento criminal por la Audiencia Nacional en el que los dos piratas son acusados de gravísimos delitos, ha desembocado en la entrada en prisión de los dos somalíes, una vez que en un ridículo ir y venir se ha acreditado científicamente la mayoría de edad de uno de ellos. Y, como resultaba previsible, los secuestradores ya no se conforman con el pago de un rescate: como condición previa a la propia negociación, exigen la liberación de sus dos secuaces. Y comoquiera que el Estado español no puede, en teoría, ceder a este chantaje, los delincuentes intensifican la presión sobre los rehenes, amenazándolos de muerte y desembarcando a un grupo de ellos para sembrar alarma y confusión. Es posible que el drama sea una simple escenificación y no represente un riesgo real para los pescadores pero el imaginable sufrimiento de los rehenes y sus familias obliga a buscar una rápida solución.

El sentido común tropieza con la rigidez de la norma y con la cerrazón de quienes la administran, y cuando sucede tal cosa es que alguien se está equivocando estrepitosamente.