Jerez

Promesas

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U no empieza a ser ya un 'pureta' en esto de la información local, y, claro, en estos años ha dado tiempo a ver y, sobre todo, a escuchar todo tipo de cosas. Desde discursos tan atractivos y verdaderos como los que nos regalaban políticos como Manolo Montero o Miguel Arias en los plenos del Ayuntamiento de Jerez -desde aquellos años hasta ahora hay que reconocer que la oratoria municipal ha perdido muchos enteros- hasta majaderías de grado supino (aquí no pondré ejemplos prácticos, aunque supongo que les pasaran por la cabeza unas cuantas). Pero lo que se repite año tras año, candidato tras candidato, alcaldesa tras alcalde, concejal tras concejal... son las promesas. ¿Qué sería de un político español sin sus promesas? Sería como ir a Segovia y no ver el acueducto.

Todo esto me ha venido a la cabeza tras la visita que nos ha hecho esta semana a Jerez el líder del Partido Popular en Andalucía, Javier Arenas. El de Olvera ha desempolvado una de esas propuestas que llevan años lampando por notas de prensa, interpelaciones plenarias, ruegos y preguntas. Que Jerez, dada la extensión de su término municipal y la pedazo de ruina que tenemos encima, tenga un estatuto económico especial. Es decir, que por nuestra cara bonita el Gobierno o la Junta o el Vaticano, da igual quien sea, nos endiñe todos los años unos buenos jurdeles para que nos vayamos recuperando de esto que empezó como un constipado sin importancia y se ha convertido en una neumonía de caballo. La verdad es que la original idea de Javier Arenas no nos vendría nada mal, pero no sé por qué me da la sensación de que si el que calentara el sillón de la Presidencia de la Junta fuese él en lugar de Griñán no le hubieran fluido tan alegremente las ocurrencias. Y si hablamos de ocurrencias y promesas podemos acudir a nuestra particular hemeroteca para rescatar algunas.

Entre todas ellas hay un clásico entre los clásicos, que no puede faltar en el argumentario de ningún político que se precie en nuestra provincia: la liberalización del peaje entre Sevilla-Jerez-Cádiz. Cierto es que los socialistas han resuelto la cuestión proyectando una autovía entre Jerez y Dos Hermanas, pero claro, llevamos tres años con que si el estudio de permeabilidad del cemento armado y su impacto en los gorriones de Utrera... y de autovía poquito hemos visto. Recuerdo también aquella fábrica de chocolate que se iba a instalar en Jerez -al final fue el chocolate del loro- por no hablar de los famosos parques temáticos de Pedro Pacheco (Sherryworld, Equinoccio, la Ciudad del Motor, Disney...) o la factoría de aviones a reacción que íbamos a levantar junto al aeropuerto de Jerez (ésta es una de las más recientes y todavía podría cumplirse, fíjense). Después, el circuito ha sido también ese oscuro objeto del deseo para los prometedores políticos, y, especialmente, la Fórmula Uno, a la que llevamos esperando más de una década. Pero vamos, si confiamos en lo que nos han dicho nuestros políticos, despreocúpense, que cualquier día de estos tenemos a Fernando Alonso llamando a la puerta para invitarnos a montar en el Ferrari nuevo. Y por encima de todo, llevan años, llevan toda la vida, prometiéndonos que la miseria se va a acabar, que vamos a dejar de ser el culo de Europa, que aquí también ataremos algún día los perros con longaniza, que dejaremos de ser conformistas, que habrá trabajo para todos... Aunque en esto, la verdad es que no es sólo culpa de los que prometen, sino también de los que se lo creen y no hace nada para remediar el panorama. Bueno, y se me olvidaba mi promesa favorita. La hizo Pedro Pacheco, gran experto también en estas lides, quien un día se descolgó asegurando que U2 vendrían a Jerez a dar un concierto. Y casi lo consigue. Al fin y al cabo, el año que viene tocarán en Sevilla, que está aquí al ladito. Seguro que el Enorme ha tenido algo que ver. Si es que somos unos desconfiados...