CÁDIZ

Un desfile de estreno

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El día de Todos los Santos y la celebración de la intercesión de la Virgen de la Palma Coronada en el maremoto de 1755 no sería lo mismo sin el rosario de penitencia de la mañana. El acto comenzó a las 9 de la mañana con una misa a cargo del párroco y director espiritual de la hermandad, Rafael Fernández Aguilar.

Alrededor de las 9.45 de la mañana, el rosario de aurora partió del templo viñero para acercarse hasta La Caleta. Allí, Fernández bendijo los mares para que se mantengan un año más en el interior de sus límites. Este año, la tradicional bendición se mudó de emplazamiento por culpa de las obras en las inmediaciones del busto de Paco Alba. En esta ocasión, Quiñones se convirtió en testigo de excepción del acto. La vuelta se realizó como la ida: con los rezos devotos de las fieles que constituían el cortejo. Y fue en este camino de vuelta cuando se produjo el acto novedoso de este año. El director espiritual se detuvo en el nuevo retablo del cuadro conmemorativo del maremoto.

Un retablo marmóreo en tonos blancos y grises que se ha trasladado de finca en su nueva ubicación. Ahora, el cuadro luce más bajo, lo que permite a los devotos contemplarlo con mayor facilidad. El párroco se acercó hasta la nueva hornacina y dirigió su hisopo hacia él, ante un numeroso público.

En lugar en el que antes estaba emplazado el cuadro, se ha colocado una placa explicativa, además de una indicación con el lugar hasta donde llegaron las aguas: 2 metros y medio.