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Los 'atléticos' miden sus crisis en el estreno de Quique en Liga

COLPISA. MADRID Actualizado: Guardar
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Ni el mejor psiquiatra podría sanar al Atlético, peleado con la virtud del término medio, tan instalado en los extremos que hasta los ultras del Frente disponen de audiencia con los capitanes para prometerles apoyo desde la grada a cambio de compromiso a pie de césped.

El Atlético se ahoga en su propia exigencia. Vive de las añoranzas, de recuerdos. Presume de ser el tercer equipo de España y, sin embargo, acumula 14 años sin un mal título que echarse a la boca.

Un descenso, dos años en el infierno, y unos propietarios a los que no hay forma de echar. Si hubiera elecciones, se calcula que ni un 15% de los atléticos votarían por estos dirigentes. Pero el club sufre las consecuencias de las sociedades anónimas deportivas.

Los futbolistas, ídolos cuando ganan, se transforman en mercenarios. Sienten la presión, no pueden con el peso del escudo. El club había logrado mantener a Agüero y Forlán pese a los cantos de sirena de Chelsea y Real Madrid -según Miguel Ángel Gil ofertaron 50 y 36 millones-, y fichado a un portero solvente como Asenjo.

Once partidos oficiales después, con sólo una victoria -sin contar el encuentro copero de Marbella-, 24 goles encajados y un cambio de técnico, los fantasmas del descenso provocan insomnio. El Atlético ya descendió con los Valerón, Kiko, Baraja, Solari, Hasselbaink... Molina de portero y defensas como Capdevila, Ayala, Gamarra o Chamot.

Cayó Abel. Se filtraron negociaciones con Laudrup y Spalletti pero llegó Quique Sánchez Flores a los postres. Aseguran que el deseado de Gil. ¿Dará con la tecla? Desde el ascenso, Aragonés, Manzano, Ferrando, Bianchi, Pepe Murcia, Aguirre y Abel no lo lograron. Crisis total. Conjura y visita a La Catedral, lugar de culto. ¿Resurrección en San Mamés?