El largo camino a la realidad

Asomarse a la historia es, a veces, un ejercicio sometido al vértigo. Algo así como un precipicio de miles de años se sabre bajo los pies cuando se observan en una escultura los hoyuelos, el gesto seco y el cráneo prominente de Julio César, la orondez de la cara de Pompeyo, la nariz aguileña y el semblante equilibrado de Cicerón, la inquietud despeinada de Séneca. El milagro surge gracias a que las inquietudes artísticas del ser humano le hicieron acercar la escultura a la veracidad de las cosas que existieron para hacerlas inmortales. Ese «camino a la realidad», un proceso largo, difícil pero antiquísimo fue el objeto de la charla divulgativa con la que el historiador del arte, Ramón Corzo estrenó el Centro Cultural Unicaja (CUC) de Cádiz.

La ponencia del arqueólogo que fuera director del Museo de Cádiz, Zamora o la Casa Murillo trazó un recorrido histórico puntual aunque ilustrado sobre La escultura y la realidad reflejada, que abre fuego en la serie de charlas coloquio en torno a la escultura que acompañan la magnífica muestra de Eduardo Chillida con que se inaugura el centro de la calle San Francisco, 26.

Corzo hizo un relato apoyado por imágenes sobre la relación del humano con el objeto que quiere representar con sus tres variantes como el realismo, el idealismo o la abastracción, un tridente de los procesos artísticos que se remonta a las primeras muestras de arte.

El primer ejemplo lo puso Corzo en las cabezas del neolítico encontradas en Jericó en las que los artistas reconstruían las facciones de la manera más fiel sobre el propio cráneo del difunto.

Sobre esa línea metafísica del vencimiento de la muerte a través de la conservación de la realidad, Corzo desgranó algunos golosos ejemplos en la cultura egipcia y su manera de rechazar la idealización.

El próximo miércoles será el turno de Lorenzo Alonso de la Sierra (coordinador del ciclo) con una charla sobre Realidad idealizada.

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