Kerry charla discretamente con Karzai durante su comparencia de ayer para anunciar la segunda vuelta electoral. / AP
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Karzai cede a la presión internacional

El presidente interino anuncia una segunda vuelta electoral para el 7 de noviembre tras perder la victoria por los votos fraudulentos

ENVIADO ESPECIAL. KABUL Actualizado: Guardar
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Hamid Karzai puso ayer punto final a casi dos meses de incertidumbre. Afganistán acudirá de nuevo a las urnas el próximo 7 de noviembre para celebrar una segunda vuelta «que supone una nueva oportunidad para seguir progresando», aseguró el propio presidente interino en una comparecencia en la que estuvo acompañado por el senador estadounidense John Kerry, el máximo representante de la ONU, Kai Eide, y los embajadores de EE UU, Francia y Reino Unido. Los hombres que manejan los hilos políticos del país centroasiático quisieron ofrecer una imagen de unidad y defendieron esta nueva ronda electoral como «la mejor forma de dotar a Afganistán de un gobierno legítimo», afirmó el responsable de relaciones externas del Senado norteamericano, una de las piezas más activas de la Administración Obama en esta crisis.

Las últimas 48 horas han sido muy intensas en Kabul. Desde que la Comisión Electoral de Quejas (CEQ) hiciera público su informe estaba clara la necesidad de una segunda vuelta, pero faltaba la confirmación oficial de la Comisión Electoral Independiente (CEI) y ésta se produjo instantes antes de que Karzai y sus aliados hicieran su aparición ante los medios.

Si los datos preliminares otorgaron al actual mandatario la mayoría absoluta con un 54,6% de los votos en la primera vuelta de agosto, después de restar el coeficiente de fraude ordenado por la CEQ, el presidente vio rebajado su apoyo al 49,6%. Este porcentaje, muy próximo al 50% necesario para evitar una segunda ronda, condenó a Karzai a admitir la derrota y convocar de nuevo a las urnas para enfrentarse al segundo candidato más votado, Abdalá Abdalá. «No es el momento de discutir sobre las investigaciones del fraude, es momento para la unidad nacional», destacó jefe del Gobierno afgano a la hora de referirse a los cientos de miles de votos falsos escrutados a su favor el pasado 20 de agosto. Hasta ayer siempre había defendido la limpieza del proceso y la transparencia de su victoria, pero desde que Naciones Unidas, a través de la Comisión de Quejas, oficializara el pucherazo, no tuvo más remedio que rectificar.

Hasta el mismo instante del anuncio de la segunda vuelta, e incluso después, no cesaron los rumores sobre posibles acuerdos entre Karzai y Abdalá para evitar seguir alargando la situación de interinidad, extremo que el senador Kerry y el propio Karzai negaron tajantemente. «No hay pacto de ese tipo porque no sería legítimo y yo antepongo el interés de la nación al mío propio», sentenció un presidente con rostro cansado y gesto nervioso durante toda la comparecencia.

Es la ansiada legitimidad que busca la comunidad internacional y que Washington ha impuesto como medida previa al envío de nuevos refuerzos militares a Afganistán. Con la ley electoral en la mano el país cumple escrupulosamente con la legislación, pero la sensación de normalidad democrática que se intentó transmitir en la tarde de ayer contrasta con la evidencia de que ni la limpieza del proceso, ni mucho menos la seguridad, van a poder garantizarse el 7 de noviembre.

Participación

«Vamos a hacer todo lo que esté en nuestras manos», se limitó a decir un Karzai que recordó que «la gente se sacrificó en agosto y muchos perdieron la vida por acudir a su cita con las urnas». Pero, al mismo tiempo, pidió «la mayor participación posible» el mes próximo.

«En este país no hay nada definitivo. El paso más importante es que Karzai, gracias a la fuerte presión internacional, ha aceptado el fraude, pero me parece realmente complicado que Afganistán pueda organizar unas elecciones en dos semanas. Creo que seguirán negociando de una u otra forma», señala el analista Haroun Mir, director del Centro para la Investigación y Estudios Políticos. La Comisión Electoral asegura estar lista y las urnas, la tinta y las papeletas se encuentran en Kabul. Los que no parecen estarlo tanto son los propios afganos que miran al 7 de noviembre con el miedo en el cuerpo.

«Karzai quiere una segunda vuelta porque necesita derrotar a Abdalá de una forma contundente, pero la comunidad internacional presiona para que se alcance un acuerdo entre ambos y seguirá haciéndolo», confiesa un diplomático europeo que advierte de los riesgos de una segunda vuelta que puede «polarizar al país entre los dos grupos étnicos mayoritarios, pastunes y tayikos, por lo que no me extrañaría un cambio de opinión en los próximos días».