LA TRINCHERA

Va un pirata somalí...

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Va un pirata somalí y le dice a otro: «Killo, a que no hay cohone...». Y secuestran un atunero vasco. Lo aparcan en una «base pirata» (según el Ministerio de Defensa), al lado de una pila de cocoteros, y se van todos a beberse unos cubatas a La Posada de Long John Silver. Los somalíes, que llevan poco tiempo en esto de la piratería, dejan a todos los tripulantes usar sus teléfonos móviles. «Maitexu, que estoy bien. Los negritos son buena gente y no dan mucho por culo. ¿Cómo anda la gorda de tu madre?».

Para que un chaval normal y corriente, de allí de la parte de la Bahía de Somalia, se decida por la piratería como una opción profesional posible, han debido de concurrir diversas circunstancias adversas en su vida:

1.-Ha tenido que nacer en Somalia, (O bien en los alrededores). 2.-No terminaba los deberes porque prefería ver el programa de la Rita Irasema de allí de Somalia. 3.-Estaba todo el día haciendo el gamba por las calles de Somalia, trucando la moto y vendiendo grifa. 4.-No se sacó la FP, que en Somalia te garantiza más o menos lo mismo que aquí: un carajo.

Ahora, otro caso de piratería, pero encorbatada: Va un alto ejecutivo de la empresa norteamericana de productos alimenticios ADM y le dice a sus competidores directos de Europa y Asia: «Amo que no hay güevos de pactar los precios del maíz». Y cogen y tangan a los consumidores de todo el mundo, con perjuicio doble para los negritos africanos (como el de arriba), que van y se mueren de hambre o se meten a piratas. Para que un chaval normal y corriente de allí de Minnessota decida meterse a pirata, han debido de concurrir dos únicas circunstancias: 1.- Nació ambicioso y sin escrúpulos. 2.- Algún hijo de puta lo premió por ello.