ESPAÑA

«Estamos acojonados, pero mañana salimos»

Marineros españoles aguardan en Seychelles el momento de ir a la mar

ENVIADO ESPECIAL. VICTORIA Actualizado: Guardar
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La verja del puerto de Victoria, la capital de Seychelles, se abría ayer por la tarde para dejar salir hombres recién duchados. Senegaleses, ghaneses, malgaches, indonesios... y un gallego. «Salgo para desconectar y tomar una cerveza, porque si no, te vuelves loco», cuenta Felipe, del Txori Argi, con base en Bermeo. Es que se van mañana. «¿Cómo estamos? Pues acojonados, pero hay que salir», resume. La pesca del atún en el Índico ya es dura de por sí, cuatro meses en el barco y dos en casa. O casi al revés, la casa es el barco y se van a tierra de vacaciones. Un mes en alta mar, vuelta a descargar, unos días en el puerto y otra vez. «Psicológicamente tienes que estar bien armado, pero ya con esta carallada...».

Levantarse a las cinco de la mañana para trabajar hasta la seis y media, siete días a la semana, e irse a dormir con un ojo abierto acaba con la cabeza de cualquiera. Cada marinero hace guardias de dos horas. Todos temiendo que les pase a ellos. «Lo hablábamos estos días: a uno le va a tocar la china, es como en la guerra», comenta otro compañero que sale luego, José. «Nosotros, los marineros, vamos donde nos mandan», añade otro José, de otro barco, el Intertuna, que sale aún sin duchar porque acaba de terminar de descargar. Ellos saldrán el martes o el miércoles.

Ayer había tres barcos españoles en Victoria. No todos los marineros querían hablar, porque han tenido malas experiencias con los periodistas, que les cambian las cosas que dicen. Estos tres, gente campechana y de una pieza, son todos de Baiona y todos conocen a alguien en el Alakrana. Es más, en el Intertuna hay gente con familiares en el barco secuestrado. José, del Txori Argi, cuenta que uno de sus grandes amigos tenía que estar en el Alakrana, pero llegaba dos días más tarde: «Yo no sabía si había embarcado o no, le llamé corriendo y estaba que no podía ni hablar». También conocen al patrón y comentan la mala sangre del destino, pues parece que es su último viaje antes de jubilarse. Igual que los del Intertuna, que llegó el jueves, piensan que se cruzaron con el Alakrana, que salió el miércoles, y ya es mala suerte, porque le cogieron cuando acababa de empezar a faenar.

Es inevitable que las vidas y el azar de esta remota colonia de pescadores de las Seychelles, la mayoría vascos y gallegos, se entrecrucen. Son una familia de 27 barcos, con una veintena de españoles de media, mínimo unas cuatrocientas personas. Están aquí por el atún, un buen negocio, pero hasta eso va mal. «Malísimo, desde que empezó la movida esta de los piratas va peor, es que es cerca de Somalia donde más se pesca», explica José, del Intertuna. Pero ahora hay que salir como sea, aunque sea con el miedo en el cuerpo y pendientes de las noticias del Alakrana, porque hay que arreglar el año.