vuelta de hoja

Otra de piratas

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Creíamos en nuestra inocencia que los únicos piratas tratables eran los de tierra adentro, o sea, los que establecían su puente de mando dentro de los despachos. Nos preguntábamos si se habían acabado los bucaneros que iban por el mar solos cuando han reaparecido en el Índico, a cuatrocientas y pico de millas de la costa keniata. Los piratas del siglo XXI han secuestrado otro atunero español. Y luego dicen que el pescado en conserva es caro.

Los corsarios somalíes capturaron al Alakrana con 36 marineros a bordo. El buque estaba fuera del área protegida y la ministra de Defensa de España también estaba fuera. La fragata Canarias puso rumbo a la zona, para buscar las huellas sobre el mar, pero desde que partió hasta su llegada se calcula que tendrán que pasar unas treinta y cinco horas. Que nuestra Señora del Carmen la lleve sin tempestad.

¿Cómo son los piratas actuales? El cine, que ha sido la Biblia plana de nuestro tiempo, nos había creado una imagen entre tópica y arriscada del malévolo gremio. Quizá por influencia del Silver, el de La isla del tesoro, o de Errol Flynn, el de El capitán Blood, imaginábamos a los piratas con una pata de palo, donde grababan a punta de garfio el nombre de sus amadas del último puerto. O bien con un loro políglota en el hombro y un parche en un ojo. En cualquier caso, el halo romántico que les envolvía era suficiente para amnistiarles de sus abordajes.

Ahora no. Los piratas más célebres de nuestra época han estado en los despachos, sobre un océano de moqueta en calma. Debiéramos capturar a algunos de estos clandestinos ladrones somalíes del mar.

Más que nada para que observáramos las diferencias: el cuchillo en vez del bolígrafo, la íntima chequera en vez de la negra insignia con el cráneo mondo a los cuatro vientos