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Una apuesta más que segura

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L a provincia de Cádiz ha duplicado en sólo diez años el número de turistas que la visitan. Un dato más que significativo, un dato que debe servir para tener claro el camino a seguir. Es evidente por dónde pasa el futuro. No está tan claro que vayamos a saber aprovecharlo.

En 1999, algo menos de 300.000 personas eligieron las playas de Cádiz para pasar sus vacaciones estivales. Este verano, la cifra alcanza los 632.000. El turismo es, sin lugar a dudas, el futuro. En estos tiempos de recesión, en los que las empresas que echan la baraja definitivamente se cuentan por cientos, el único sector que no se resiente en la provincia es el turístico.

El crecimiento, obviamente, es menor que en los últimos años, pero en estos convulsos tiempos que vivimos, mantenerse ya es todo un logro. El turismo lo está logrando con muchísima dignidad y reclama a gritos mayor atención, mayor cariño, por parte de las administraciones.

Los responsables públicos provinciales han tomado algunas medidas, han encabezado diversas iniciativas, aunque claramente su obligada labor de impulso en este asunto es mejorable. En provincias vecinas, léase Málaga o Huelva, lo están haciendo con excelentes resultados. Lo de la Costa del Sol es evidente y desde hace años lideran de largo las cifras a nivel andaluz. Y en Huelva han sabido darse cuenta de ello y empiezan a mejorar sus resultados pese a no tener mejores infraestructuras.

Aquí, al sur del sur, todavía nos queda un largo camino por recorrer. Sin ir más lejos, en la capital pulula desde hace tiempo el denominado Plan Medet, anunciado a bombo y platillo en su día y sin que aún sepamos muy bien en qué consiste ni qué beneficios aporta.

Inversores privados

Es, como casi siempre, la iniciativa privada la que mantiene viva la llama y la que se estruja la cabeza para convertir a Cádiz en uno de los grandes referentes turísticos de España.

Hace unos meses MSC Cruceros anunciaba que el puerto gaditano será -ya es, de hecho- el puerto base de salida de uno de sus buques. Y esta misma semana Iberocruceros le seguía el paso anunciando lo mismo. Esto significa que cada semana, más de un millar de personas vendrán a Cádiz para coger un barco e irse de vacaciones, con el consiguiente gasto en nuestra ciudad.

Que se sepa, lo han hecho motu proprio, sin que ningún organismo público les ayude, ni les subvencione, ni nada de nada.

El consejero delegado de la empresa naviera, que algo sabrá de esto, lo decía muy claro en la rueda de prensa celebrada en el Hotel Palace de Madrid: «Cádiz tiene un papel muy importante. Yo pienso que esta ciudad será la gran sorpresa dentro del turismo de cruceros como puerto de embarque en los próximos años». Qué bien hubieran quedado estas mismas palabras si las hubiera pronunciado en el Salón de Plenos del Ayuntamiento o en el Salón Regio de la Diputación. Qué tanto se habrían apuntado sus moradores.

Eso sí, una vez anunciada la cosa, a toro pasado, desde el Ayuntamiento se han apresurado a decir que se aprovechará la ocasión para promocionar la ciudad a los viajeros que lleguen. Faltaría más. Quizá hubiese estado bien promocionarla más antes de que llegaran. Hacer un trabajo real para atraerlos, no enseñársela una vez que ya tienen los dos pies en ella.

En cualquier caso, y pese a la desidia oficial, el turismo sigue siendo la gran esperanza de futuro. Sea por inversiones privadas, sea por un milagro que haga que nuestros políticos reaccionen, es ahí donde hay que poner el foco y realizar los esfuerzos necesarios para crear una industria turística real. Seguir subvencionando los cursos de Delphi para que no contabilicen como parados está muy bien, pero a ver si algún día vemos a un cargo público anunciar alguna medida con menos carga política pero más eficaz. Una decisión que no sirva tanto para garantizar unos cuantos votos, como para impulsar un sector que debe ser el que saque a esta Bahía, a esta provincia, de la ruina en la que se encuentra.