carmen parís cantante

«Las alegrías de Cádiz son muy joteras»

Cádiz Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Ni con los pies en el agua se la lleva la corriente. La zaragozana Carmen París camina de espaldas a los circuitos comerciales. No figura en lo más alto de las listas de superventas, pero tiene una legión de incondicionales. Se viste de jota y amasa una audiencia que, sin haberse interesado previamente por este canto tradicional aragonés, acaricia los pliegues de las melodías de ese vestido. Su vinculación con Cádiz viene de atrás. En el pasado la han acompañado músicos de la provincia y existe una conexión musical entre ésta y su tierra. Esta noche desnuda sus canciones en el Pay–Pay: «Estaré sola con el piano, los temas sonarán tal y como los compongo». Su último disco, inCubando (2008), no lo será por mucho tiempo, ya prepara su cuarto álbum.

–Del Gancho al Pópulo. Zaragoza y Cádiz. ¿Jotas y alegrías?

–Hombre, claro. Ya me pasó desde el primer disco con el grupo de los piñoneros, que eran todos de Cádiz. Nono, de Barbate; Ruibal, de El Puerto... Y luego, Alejandro Sanz fue el que señaló el disco y por eso me llamaron los de Warner. Ya desde que comenzó la andadura, los de Cádiz fueron los primeros que estuvieron.

–Tras su periodo de incubación, ¿qué nació? ¿Trova jotera o jota trovadora?

–Vaya usted a saber. El orden de los factores no altera el producto. Se podría decir que salió de cualquiera de esas dos maneras.

–En su último trabajo de estudio hasta ahora incluye un corte que se titula De muy buen ver ¡y es un rap! ¿La ha poseído Madonna?

–No, qué va. ¿Qué dice? Dios mío, por Dios, que no me suceda eso a mí. Reivindico la multiculturalidad en ese recitado. Hago un rap, pero no de la forma en que se espera que se haga. Tomo un ritmo del otro lado del océano y recito con él y con la manera de decir de mi cultura. Lo interesante del rap es decir algo jugando con la métrica del ritmo que hay detrás.

–Ha estado inCubando y cuenta Cositas in-solitas; habla de gente con cara de poca ventana y que se asoma a una vergüenza, ¿tiene la fiebre de los juegos de palabras?

–[Ríe] Tengo buenos referentes. El maestro Ruibal es uno de ellos, por ejemplo. Hay mucha relación entre Zaragoza y Cádiz...

–Cuente, cuente.

–Está el hecho de que las alegrías tengan tanto que ver con la jota aragonesa, así como la relación histórica cultural. De ahí que haya muchas similitudes en las manifestaciones populares.

–¿Me dice que las jotas aragonesas y las alegrías de Cádiz tienen una conexión musical?

–Por supuesto. ¿La desconocía?

–Yo sí.

–Las alegrías vienen de la jota. Con ritmo de aquí abajo, pero con el soniquete de la jota [tararea la melodía del cante por alegrías]. Eso es muy jotero.

–¿Por qué alguien al que nunca le ha interesado la jota descubre a Carmen París y encuentra un filón?

–Porque mi música es mucho más que jota. Le doy protagonismo, pero hay muchos más elementos. Mi música es el hermanamiento de bastantes culturas, pero relacionadas todas con la península Ibérica.

–¿Cómo se hace eso de hilar una jota con músicas africanas o cubanas, con boleros, zarzuela, chotis y hasta jazz? ¿Se mete todo en un piano y se agita?

–Todo eso está ya hermanado. Históricamente ya se han producido esos lazos. Pero vivimos muy de espaldas a la riqueza cultural de la península. Hay una colonización cultural anglosajona muy poderosa. Estamos olvidando lo nuestro, a la gente joven no le interesa...

–¿Por qué?

–Porque los tienen absolutamente formateados con los canales de vídeo y los 40 Principales y todas esas fórmulas comerciales que maltratan la diversidad. Como en ecología... Pues lo mismo en música, la músicodiversidad.

–¿Qué cosas ha callado Carmen París para tener esa voz?

–Las que luego digo en las canciones. En ellas cuento lo que me he callado o lo que todavía no he dicho.

–Por dondequiera que va, lleva a Aragón y Zaragoza prendidas en el ojal. ¿Qué somos sin raíces?

–Poca cosa, porque tendríamos poco a lo que agarrarnos. La cultura en la que uno nace es importante. El sentido de pertenencia da fuerza espiritual. A partir de ahí, también hay que abrirse a otras culturas, especialmente a las hermanas. La península es un puente cultural excepcional, tenemos mucho que ver con todo lo mediterráneo y, al mismo tiempo, con América. Abarcamos muchas culturas en una. Esto se manifiesta en las diferentes músicas. E incluye también a Portugal, porque el fado se parece mucho a la jota. La melodía de una jota, la cantas de otra manera y parece un fado.

–Dice que de chavalica se llevó coscorrones y que aprendió muchas lecciones. ¿Cuál fue la más importante?

–Sobre todo la de ser uno mismo y procurar llevar uno las riendas de su vida. Que la vida sea responsabilidad de uno y no de circunstancias externas.

–Es aficionada a las versiones, grabó el Ave del paraíso del portuense Javier Ruibal...

–Sí, le metí unos viajes ahí... Le dije, Con su permiso, maestro, le voy a rearmonizar el tema, que se me ha ocurrido una idea.

–Al hilo de esto, ¿habrá alguna sorpresa esta noche en el Pay-Pay con versiones o intervenciones?

–Si él estuviera... Pero no sé si va a estar. Me dijo que no sabía si podría. Si está, por supuesto. Habrá sorpresita.

–¿Qué hay que dar para que sea tan diferente?

–El corazón.

–Hay una copla que dice Allá va la despedida, ¿dónde se fué?

–Yo sé dónde se fue. Depende de en qué circunstancias se diga. Me cuesta despedirme de la gente. Aunque lo tenga claro, me cuesta. Cuando lo canto le pongo música alegre para que suba el ánimo.

–Dicen que han dicho que dicen y que han ido diciendo, ¿hace mucho caso de lo que oye?

–Lo tengo en consideración porque es importante. Las relaciones con los demás sirven de espejo y aportan para que se evolucione. Pero no me condiciona, procuro seguir lo que me dice el corazón... Un equilibrio de corazón y razón.