Tensión. La familia de Antonio vive pegada al teléfono a la espera de noticias. / CRISTÓBAL
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Un enamorado entre rejas

El chipionero Antonio Porta viaja a Honduras para ver a la novia que conoció por Internet y lo detienen al quebrantar el toque de queda

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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La única revolución que conoce Antonio Porta es la del amor que siente por la joven María Antolina García, una hondureña que llegó a su corazón a través de Internet. Un flechazo en la webcam que prometía. Antonio y María se han pasado los últimos cuatro meses contando secretos de enamorados en un chat hasta que el pasado 17 de septiembre Antonio se lanzó a cruzar el charco para pedir matrimonio formal a su novia. Sin embargo, el destino le ha jugado una mala pasada a la pareja. Honduras está en plena revolución política a raíz del golpe de Estado que derrocó el pasado junio a Manuel Zelaya. El Gobierno está ahora en manos de Roberto Micheletti, que ha impuesto el toque de queda en el país.

Antonio tiene 41 años, vive en Chipiona y es minusválido. Una lesión cerebral lo ha dejado incapacitado para el trabajo. Nunca imaginó que una revuelta en un país extranjero le llevaría a dar con sus huesos en prisión. Hace cuatro días partió hacia Tegucigalpa aprovechando las vacaciones de María en la oficina donde trabaja. En la maleta llevaba el anillo de compromiso y las ganas de sellar una relación que comenzó por sorpresa en un foro de internet. Pero el viaje comenzó con mal pie: dos escalas y demasiado retraso. Nada más bajar de las escalerillas, el chipionero se encontró con una capital convulsionada por los acontecimientos y ajetreada por la división entre partidarios de Zelaya y lo radicales de Micheletti. La Policía tiene tomada cada esquina de Tegucigalpa.

Pero el amor mueve montañas y no entiende de política. Antonio y María se vieron por primera vez. Todo iba sobre ruedas. Pero la fatalidad hizo que el chipionero se hospedera en un hotel próximo a la embajada de Brasil. Precisamente allí, el depuesto presidente hondureño, Manuel Zelaya, logró colarse con el beneplácito del gobienro brasileño de Lula da Silva. El barrio está sitiado por los militares.

El martes por la noche, Antonio tenía hambre y llamó a su novia para cenar. María fue en coche hasta el hotel acompañada de su familia. Antonio bajó de la habitación y cuando se disponía subir al vehículo una patrulla policial los detuvo por quebrantar el toque de queda.

La familia de Antonio estaba ayer con el alma en vilo. Su hermana Encarnación dijo que «Antonio no es ningún revolucionario y no entiende de política».

La embajada española activó la maquinaria legal patra deshacer el entuerto, pero Antonio ya estaba en las dependencias policiales y era sometido ayer tarde a una vista oral ante la justicia. La famlia vive pendiente del teléfono. La cónsul española comunicó que el joven se encuentra en una celda solo y que el juicio se celebrará en un plazo de diez días. La embajada asegura que el joven «lo han tratado bien». El Ayuntamiento de Chipiona, a través de su alcalde en funciones, José Luis García, ha mostrado su apoyo a la familia.

La embajada negocia ahora con la justicia hondureña la libertad de Antonio. Tratan de que no esté en situación de preventivo en la carcel, sino que apure en libertad los días que le quedan hasta el día del juicio. El amor sigue entre rejas.