CRÍTICA DE TV

TDT

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Es el gran tema de estos últimos días. No se habla de otra cosa. Se veía venir y ya está aquí. Es la TDT de pago. ¿Y eso bueno o es malo? Pues depende, aunque por principio, todo lo que lleve la palabra «pago» para el espectador es, al menos, mosqueante. Lo que está claro es que el futbol gratis se ha vuelto a acabar. Estos dos últimos años ha sido un espejismo. Ahora, de nuevo, un único partido de la liga en abierto y va que chuta. Y nunca mejor dicho.

Es curioso que el gobierno ha autorizado la TDT de pago el día de Santa Clara, que como se sabe, es la patrona de la televisión. Un auténtico favor de la santa a Mediapro, accionista de referencia de La Sexta, propietaria de los derechos futbolísticos, que ve en su canal Gol TV el gran negocio que les va a sacar de la crisis. De hecho, de la noche a la mañana Gol TV ya está en la TDT, una aparición sorpresa que no ha esperado a que el Real Decreto estuviera en el BOE para empezar a emitir. Ya están dando fútbol mañana, tarde y noche, de momento gratis. Pero no se hagan muchas ilusiones. A partir del 1 de septiembre se acabó lo que se daba y habrá que pagar. Gol TV ocupa ahora el lugar de Hogar 10, extraño canal de La Sexta en TDT, de contenidos indefinibles del que, de la noche a la mañana, y por intercesión de Santa Clara, como si del finado Fernández se tratase, nunca más se supo. Pagar para ver algunos canales de la TDT (de momento Gol TV y pronto también AXN), tiene otros aspectos más preocupantes, sobre todo si usted ha sido una persona previsora y haciendo caso a las recomendaciones está ya viendo la televisión a través de la TDT, tras haber adquirido el adaptador correspondiente o haberse comprado un nuevo televisor adaptado para el invento. Porque aquí viene el problema. Como han indicado las asociaciones de consumidores, no todos los adaptadores que se han vendido para la TDT permiten ver los programas de pago, que necesitan una ranura para introducir una tarjeta sacaperras. La mayor parte de los adaptadores normales que se han vendido a precios razonables no sirven. Los puede conservar como reliquia, igual que las radios de válvulas, los viejos tocadiscos, las máquinas de coser o los televisores en blanco y negro.