NOVILLADA EN EL PUERTO

Éxito de Fran Gómez en su debut

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U na novillada muy bien presentada de Montes de Oca, con ejemplares con trapío de cuatreños, de juego interesante en general y múltiple de matices, hizo que las casi tres horas que duró el espectáculo no inundaran de desesperación y tedio los tendidos. Prolongación del festejo a la que contribuyeron unas cuadrillas que dilataban sin medida el número de capotazos en embarulladas lidias, la escasa pericia de los espadas en el manejo del verduguillo, de los terceros con la puntilla y, sobre todo, de una inservible parada de cabestros que, más que amaestrados, parece que salen al ruedomareados a cumplir su cometido.

Utreros serios y exigentes para una terna muy poco placeada y a la que se le notó la falta de rodaje en esta cita de tanta responsabilidad. El gaditano Fran Gómez, que debutaba con picadores, resultó, a la postre, el legítimo triunfador del festejo. Se estiró con decisión a la verónica ante su primer enemigo y firmó tres lances ceñidos por el buen pitón derecho del animal. Tras recibir una fuerte vara, el novillo llegó al último tercio berreón, incómodo y bronco, con un avieso pitón izquierdo que convertiría en imposible cualquier intento de toreo al natural. Pleno de decisión, firmeza y valentía, Fran aguantó las inciertas embestidas y trazó tandas cortas de derechazos que destacaron por su temple y ligazón. Cuando la res perdió recorrido tras el engaño, el gaditano se adornó con gusto y torería mediante bellos cambios de mano y gráciles pases de las flores. A la salida de uno de ellos resultaría volteado con aparatosidad pero sin aparentes consecuencias. Con media estocada algo tendida se deshizo del primer utrero de su carrera, ejemplar encastado y poderoso, ante el que rubricó una dignísima actuación y hasta esbozó pinceladas artísticas de verdadera clase. Frente al sexto, un precioso ejemplar ensabanado, capirote, botinero y moteado, destacó Fran también en su saludo capotero en el que lanceó con la suerte cargada y ganando terreno en cada pase, y al que abrochó con una majestuosa media verónica. El novillo derribaría después a la cabalgadura y se acularía en tablas tras un desastroso y larguísimo segundo tercio. Aunque presentara la franela con gallardía y ortodoxia al rajado animal, no conseguiría Fran hilvanar dos muletazos seguidos a tan aplomado novillo.

Abrió plaza un burel encastado y correoso, de astifina y generosa cornamenta, al que Sandra sólo pudo ligar dos tandas en redondo. Frente al castaño cuarto sufrió dos desarmes con el capote y, pañosa en mano, llevó a cabo una recia porfía ante el carácter reservón, aquerenciado y violento del enemigo. Miguel Ángel Sánchez, que se había fajado con valentía ante el áspero segundo, cuajó una animosa faena al boyante quinto, pero que no rubricaría con los aceros. Estoque y descabello, armas toricidas que se erigieron en su auténtica pesadilla.