PAN Y CIRCO

El atletismo español

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Apropósito de este Mundial de Atletismo en Berlín, no hay que ser un genio para pronosticar que volveremos a estar en el pelotón intermedio; muy lejos de las grandes potencias aunque con el beneplácito del incombustible Odriozola, otro al que se le ha quedado el culo pegado al asiento de su despacho desde tiempos inmemoriales. Las distintas modalidades que adornan una competición atlética no van con la filosofía del español y eso que, a nivel mediático, hemos dado un tremendo salto en el deporte global con nuestras hazañas en Fórmula Uno, motociclismo, baloncesto, fútbol, tenis o hockey sobre patines. En definitiva, competiciones casi todas ellas de equipo o por la irrupción de un privilegiado arropado por su familia, pero la soledad del atleta es algo que cada vez nos viene más grande y no lo digo yo, sino un tal Abascal, medalla de bronce en los 1.500 de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles'84. Somos, eso sí, un pueblo que se llevaría el oro en muchas especialidades que todavía tardarán en ser olímpicas. No hay quien nos gane en tener perros que amarguen la vida del vecino, somos los números uno en no poner un maldito intermitente en una rotonda, nuestra chusma acapararía los tres escalones del podio en una competición de ciclomotores ruidosos a horas indecentes, si vemos un prohibido el paso, allí que un compatriota nuestro será el primero en saltárselo por la misma cara, pero sobre todo no hay país que nos supere ni por asomo a la hora de coger un libro y vivir la apasionante maratón de alcanzar su última página. No nos molan las aventuras en solitario, que para eso somos la primera potencia mundial en hacer el cafre en grupo. Difícil panorama se nos presenta salvo que sigamos poniendo velas para que aparezca un inmigrante con las necesidades básicas por solventar y corra, salte y lance más lejos que nadie.