opinión

Firmeza democrática

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El esfuerzo realizado por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado para identificar y detener a los etarras que perpetraron el doble asesinato de Calviá ha pretendido sin duda responder con la máxima contundencia a la banda terrorista para evitar así que sus activistas y seguidores más cercanos conviertan la capacidad de destrucción y muerte demostrada en motivo de envalentonamiento. Pero aunque dicho esfuerzo no dé frutos inmediatos, es seguro que servirá para estrechar aun más el cerco en torno a ETA. Por otra parte, los responsables institucionales saben perfectamente que dicho cerco será eficaz sólo si los etarras y sus sectores afines acaban comprendiendo que a su actividad no le esperanza otro horizonte que el desistimiento o la cárcel. Las declaraciones reiteradas estos días por los gobiernos de Madrid y de Vitoria y por el conjunto del arco parlamentario advirtiendo a ETA y a la izquierda abertzale de que no habrá negociación alguna con las armas del terror deberían ser suficientes como para que un mínimo sentido de la realidad condujera a la banda terrorista y a su entorno a reconsiderar su bárbara conducta.

Pero si esto no es así no se debe únicamente a la imperiosa necesidad que la trama terrorista tiene de no darse por enterada. Responde también al hecho de que en el pasado las instituciones del Estado han accedido a explorar el entendimiento con los etarras, demostrándose infructuosas todas las tentativas de negociación. Por eso es imprescindible que, además de oír el inequívoco mensaje de los poderes públicos, los etarras y quienes les sostienen sientan que van en serio y que jamás modificarán su negativa a negociar. Para lo que es imprescindible que no se den fisuras al respecto entre las fuerzas democráticas, que el discurso de firmeza se mantenga también en los períodos en los que no se produzcan atentados y que en ningún caso se deslicen mensajes ambiguos que puedan ofrecer a los etarras la mínima esperanza de una negociación futura. Porque además de que tal negociación contribuiría a deslegitimar la democracia, los responsables institucionales han comprobado ya perfectamente de que ETA está genéticamente incapacitada para poner fin a su propia existencia mediante un diálogo con el Gobierno; diálogo que, cuando se ha producido, la banda ha utilizado para perpetuarse en su inercia terrorista.