vuelta de hoja

Manual del perfecto griposo

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Todos estamos esperando la gripe A con una curiosidad tensa, mezclada con la consiguiente alarma. Es la pandemia más anunciada de los últimos tiempos, pero confiamos en que pase lo de siempre: que se mueran los otros. Siempre que leemos las estadísticas de los que dejaron este bajo mundo para pasar una larga temporada en el alto cielo, no figura nuestro nombre. En el inagotable censo de bibliófilos de esquelas abundan los que deben esta afición a la certidumbre de que jamás encontrarán su nombre en esas páginas. Existe una gran expectación actualmente, pero quizá la mayor sea la de los laboratorios. Queremos saber cuánto dura el periodo de incubación, cómo se produce el contagio, cuáles son las medidas preventivas, dónde se encuentran los mayores grupos de riesgo y la duración de la enfermedad, pero más que todo eso nos interesa su tratamiento. Creo que los hay buenísimos, pero por desgracia hay pandemias mucho mejores todavía.

El Gobierno publicará una guía para que las empresas que quedan disminuyan el impacto de la gripe A en sus plantillas. Al mismo tiempo se van a desarrollar dos campañas de vacunación, una de la gripe de siempre y otra de la A. Se trata de perdonar a dos pájaros de dos tiros. ¿Cuánta gente ha muerto de una enfermedad benigna? No es obligatorio que haya una gran pandemia para dar por finalizada nuestra residencia en la tierra. Lo que sí va a ser necesario es adquirir antivirales, analgésicos y antitérmicos, a condición de aplicarlos 48 horas tras la aparición de los síntomas. Y sobre todo a condición de que las industrias farmacéuticas tengan dispuesto la nueva vacuna. Parece que el fármaco llegará en otoño, cuando caigan las hojas y las musas estén morenas todavía. Por algunas, aunque pase el tiempo, no pasa el verano.