CALLE PORVERA

Lectora privilegiada

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No, no dejen de leer todavía, que no me estoy echando flores. Puedo explicar razonadamente eso de lectora privilegiada. A veces, por trabajar en un periódico tiene una la suerte de poder hablar con los autores de los libros que ha leído, lo que da una perspectiva diferente del texto, con más matices. Es lo que me pasó hace poco más de un mes con Clara Usón, de la que apenas sabía nada hasta que me topé con su última novela, Corazón de napalm (Seix Barral).

Fue la Fundación Caballero Bonald la que la trajo hasta Jerez, después de haber sido galardonada con el Premio Biblioteca Breve, para que la ciudad no se quedara sin el gusto de conocerla. Devorar su novela no me entretuvo más de cuatro o cinco días (más bien, madrugadas) y tuve el privilegio -los lectores sienten a veces esa necesidad- de contarle a ella qué sensaciones había tenido mientras lo leía. Clara Usón se sorprendió de que el final de la historia de Fede, Marta y Carmen me hubiera provocado escalofríos y cierto insomnio.

No fue ninguna exageración y lo cierto es que hacía tiempo que no me ocurría. No sé si es que la falta de tiempo para disfrutar de más libros ha hecho descender mi umbral de exigencia pero últimamente siempre encuentro en cada texto -aunque sea sólo una cosa- algo que merece la pena y que despierta mi admiración por quien lo ha ideado. Además de la historia en sí, solamente la ambientación en Barcelona vale el esfuerzo de leer Corazón de napalm. En la novela aparece una ciudad llena de contrastes, la Barcelona de los años ochenta marcada por la droga y los barrios a los que más valía no ir por la noche. También aparece la renovada Barcelona, la de las galerías de arte, los miles de turistas y la vida social aparente, no lejos de la crítica. Qué tiene Barcelona de especial para la literatura es algo que todavía no he conseguido averiguar.