EN CASA. Davidelfín, que posa en la terraza del hotel Molina Lario, vuelve a Málaga «cada dos por tres».
Sociedad

«Me da un subidón ver a alguien con un diseño mío»

El diseñador es un imprescindible de la moda española y ha puesto un pie en Nueva York. «Lo bueno de allí es que no me conocen de nada. Aquí todavía soy David el del burka o el socio de Bimba Bosé», afirma TEXTO: REGINA SOTORRÍO / FOTO: CARLOS MORET

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E N su carné figura el nombre de Diego David Domínguez González, pero nadie le llama así. Ni siquiera de niño, cuando los amigos le apodaron El Delfín por su pasión por este animal. Tanto le gustaba -lo llevaba en camisetas, anillos y ahora tatuado en el cuerpo- que lo convirtió en su marca. El andaluz Davidelfín se ha convertido en un imprescindible de la moda española, ha puesto un pie en Nueva York y ha logrado llevar sus diseños más allá de la pasarela. Un envase para un vino de la Bodega Sonsierra ha sido su último reto. «Siento que todo está por hacer».

¿Diseñador o artista?

Diseñador. La palabra artista me da mucho respeto. Si me lo dicen desde fuera lo agradezco, pero me cuesta decírmelo a mí mismo.

Como el vino, ¿mejora con los años?

Creo que sí. Vas aprendiendo a base de palos. Dicen que si no hay equivocaciones no hay crecimiento, por eso a mí no me importa equivocarme. Yo voy p'alante. Me importa el hoy y el mañana, con lo que pasó ayer no tengo nada que hacer.

¿Se ha equivocado muchas veces?

Y tanto. Todos los días me equivoco veinte veces, pero no pasa nada.

¿Cómo lleva un andaluz a pasar los veranos en Madrid?

Te acostumbras a todo. Lo llevo bien porque cada dos por tres estoy aquí para ver a mi madre, mis hermanos... Además ahora con el AVE es una gozada. Puedes venir aquí por la mañana, darte un bañito, comer y volverte.

¿Se echa de menos la cervecita en el chiringuito?

Sí. Pero ya son veinte años los que llevo en Madrid. Nací en Ronda y estuve tres años allí. Luego me fui a Marbella quince años. Y después a Madrid. Al principio echaba mucho de menos el mar y la familia. Y todavía, cada vez que bajo, respiro y noto la cosita esta del mar... me pone mucho las pilas.

Flamenco y toros

Como andaluz que es, ¿le gusta el flamenco?

Con el tiempo he aprendido a valorarlo. Me gusta todo, no quiero encorsetarme. A Miguel Poveda, al que conozco personalmente, lo adoro y me emociona un montón. ¡Y Camarón! Los grandes son grandes y tocan a cualquiera.

¿Y los toros?

No me gusta la violencia a los animales, lo paso mal. De pequeño me crié en la barriada de la Plaza de Toros de Marbella y desde la séptima planta en que vivíamos veía un trocito de plaza, pero desde entonces la sangre y la violencia con los animales no me gustaban. La estética sí me encanta.

En Nueva York ha estado como delfín en el agua...

La verdad es que he estado muy a gusto allí. Ha sido un reto increíble. Recuerdo un momento que estaba en el taxi, con mucho agobio, y me dije «¿quién coño me habrá mandado a mí venir aquí? ¡dónde me estoy metiendo!». Pero tengo un equipo fantástico.

¿Le entendieron más que en España?

Ni más ni menos. Tampoco es tan importante que te comprendan o no. Lo que sí es verdad es que en el mercado americano son muy curiosos, están deseando ser los primeros en descubrir algo nuevo. Y lo bueno de allí es que no me conocen de nada. Aquí todavía soy David el del burka, el socio de Bimba Bosé... Aquí soy muchas cosas, pero allí no soy nadie, es como una mirada más limpia, sin prejuicios.

El do de pecho

Bimba Bosé se ha lanzado a la canción y como siempre están juntos... ¿cuándo dará el do de pecho?

(Risas) Creo que no, ya bastante hago. Pero algunas letras del disco de Bimba son mías. Y si algún día necesita un corillo o alguna coreografía, lo mismo me lanzo y le hago alguna tontería.

Usted, cantar ni en la ducha...

¡En la ducha sí que canto! Me invento canciones y soy de los que cambian la letra.

¿Le gustaría ver a doña Letizia con un Davidelfín?

¡Ya lo tiene! Le hicimos uno hace poco. Fue en un reportaje de la revista 'Elle' donde nos propusieron a varios diseñadores españoles un 'look' para ella. No sé si le habrá gustado o no. Pero me parece una mujer estilosa.

Al trabajar en el mundo de la moda, ¿le cuesta mucho decidir lo que se pone cada mañana?

La verdad es que no. Me pongo un pantalón vaquero y unas zapatillas, y no lo pienso tanto.

Le va el estilo informal...

Sí, me aprovecho de que ahora a los diseñadores nos dan un poco más de licencia para hacer lo que nos dé la gana.

Se ha hecho una diastema. ¿Qué cara se le queda al ortodoncista cuando le dice que en vez de unir los dientes quiere separarlos?

(Risas) La verdad es que tengo enchufe porque mi ortodoncista es Javier Canut, el hermano de Nacho Canut (que canta con Alaska), y como tengo confianza... le pareció bien. Tampoco me he hecho ninguna burrada, no me he tenido que sacar un diente ni nada. Tenía una serie de huecos y simplemente pretendía que el hueco estuviera en el centro. De entrada lo que yo quería era el aparato, porque desde pequeño quise uno.

¿Y eso?

Me flipaba. Veía a la gente con aparato y siempre he querido llevarlo, pero tenía los dientes muy bien. Luego, cuando ya me puse uno, pensé «vamos a darle algún tipo de uso, ya que está puesto».

¿Y es por estética?

Sí. A mí la gente que tenía las paletas separadas me transmitían simpatía. Y por momentos me parece que hasta rejuvenece. ¡Igual es una tontería! (risas).

¿Le gustaría hacer moda de masas?

Sí, por qué no. Nosotros llevamos un tiempo haciendo camisetas a un precio asequible. A mí todavía me da mucho subidón ir por la calle y ver a alguien con un diseño mío. Me da un vuelco el corazón.

¿Algún sueño por cumplir?

Siento que todo está por hacer.