Sociedad

Daniel Jimeno se convierte en la decimoquinta víctima mortal de San Fermín

Capuchino, un morlaco rojo de la ganadería Jandilla, le asestó una cornada en el cuello que le afectó el pulmón, la aorta y la cava

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En la muerte retransmitida en directo de Daniel Jimeno Romero era fácil seguirle la pista, con esa camiseta a rayas marrones y rosas que destacaba entre la marea blanquiroja. Con ella aparece también en la foto que él mismo había colgado en Netlog (una red social como Facebook), junto a una frase que escribió en el apartado acerca de mí: «No sé qué decir, me pillas en blanco». Las crudas imágenes grabadas por un vídeoaficionado le muestran en la curva de Telefónica, corriendo junto a un toro negro y dándose la vuelta por completo para mirar atrás, algo que los corredores veteranos desaconsejan siempre. Se le ve caer de espaldas por culpa de otro mozo, rodar por el suelo y acercarse a las vallas de protección, quién sabe si con intención de traspasarlas buscando la seguridad o simplemente para esperar a que pasara todo. Antes de darse cuenta, el toro rojo de nombre Capuchino aparece por la izquierda y le mete el cuerno por el cuello. Visto y no visto. Medio segundo, dentro y fuera. Y la gente ya está pendiente de cómo el toro colorado, 515 kilos, voltea ahora a un chico de camiseta verde.

Daniel rueda sobre sí mismo y se sale del recorrido con la ayuda de un sanitario que estaba allí mismo, ángel de la guarda. Enseguida le atienden, pero sus ojos dicen que ya no está allí. Entre los sanitarios se encuentra Maite Esporrín, la concejala socialista que lanzó el chupín. «Muy afectada», proporciona los primeros auxilios al joven, al que describe como un «muchacho fuerte y sano». El chico llega al Hospital de Navarra en parada cardiorespiratoria y es intervenido quirúrgicamente, pero nada pueden hacer por él. La «herida por asta a nivel supraclavicular izquierda con trayecto descendente, afectando a pulmón izquierdo, aorta y cava, es incompatible con la vida», dice el parte médico. Poco más se sabía entonces de la indocumentada víctima, sólo que tenía un tatuaje de un indio americano en el brazo derecho y un anillo con la inscripción Cris. 25-11-2003. Más tarde se hacía la luz. 27 años, de Alcalá de Henares. Cris es Cristina González, su novia de 22 años, teleoperadora, la misma que le dejó escrito en la web de Netlog este mensaje fechado el 3 de agosto de 2008: «Pero qué wapo eres churry, te quieroooooooo». Se encontraba en Pamplona con Daniel y los padres de éste, aunque el chico iba a correr solo. Al parecer, llevaba haciéndolo cinco o seis años. Y no sólo en Pamplona, también en San Sebastián de los Reyes.

La familia y la novia llegaron al hospital sobre las once de la mañana, pero Daniel llevaba muerto desde las 8.45.

El presidente del Gobierno de Navarra, Miguel Sanz, comentó que estaban «enormemente afectados». El padre de Daniel sabía que su hijo iba a correr el encierro y estaba siguiendo la carrera por televisión, aunque no vio a la cogida. Fue más tarde, al ver que su hijo no regresaba a casa cuando empezaron a «temerse lo peor». La familia veló el cuerpo del joven durante toda la tarde en un tanatorio, y hoy mismo lo trasladarán a Alcalá de Henares.

No fue Daniel el único que sufrió el complicado encierro de ayer. Seis heridos permanecían ingresados en diversos hospitales a última hora de ayer: el más grave, un americano de 61 años de iniciales E. S. P. que seguía en la UCI con traumatismo torácico severo.

Faena de El Fandi

Aun así, Jokin Zuasti, que es un veterano corredor de encierros, sigue pensando que es extraño que pasen más desgracias con la masificación. Cree que hay que dar gracias a «los tres factores que hacen que el encierro sea más rápido que hace unos años: el antideslizante en el suelo que impide que los toros se caigan tanto y se queden rezagados; los ágiles mansos y los pastores que tiran más rápido de los astados, y que los toros vienen entrenados, ahora corren mucho en las ganaderías». De ahí que, desde hace 5 o 6 años, explica, «Este toro era muy bravo, era de quedarse atrás... Le abroncarán y le silbarán, aunque el animal no tiene la culpa de lo que ha pasado. Seguramente será bueno en la plaza». Y así fue. Tras un minuto de silencio y después de una buena faena, Capuchino murió ayer a manos de El Fandi, que le brindó el toro.