TRIBUNA

Desafueros de la nueva ley de la carrera militar

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Me pasa lo que en su día escribió Alfredo de Vgny en su libro Servidumbre y Grandeza Militar: Yo no puedo obligarme a callar cuantos sufrimientos poco conocidos y valerosamente soportados he visto caer sobre una raza de hombres siempre desdeñada o glorificada con exageración, según que las naciones la encuentren útil o necesaria.

Por eso, no puedo obligarme a callar los atropellos hechos Ley en la nueva, sobre la Carrera Militar 39/2007. Para empezar, el ascenso a coronel que inmemorialmente venía siendo la culminación de la carrera militar ordinaria para los militares procedentes de la Enseñanza Superior Militar, a partir de ahora va ser excepcional. El último ascenso normal será el de teniente coronel. Son muchas las ampollas que este asunto está levantando, al que el Ministerio y su mediática ministra se muestran insensibles e inflexibles.

Lo irritante para los militares de carrera, es que simultáneamente a la constante y paulatina reducción de sus expectativas profesionales, el resto de los oficiales que no son de carrera, han obtenido en los ultimos años unos inimaginables, incomprensibles, innecesarios y por todo ello, injustos ascensos, de forma que prácticamente todos los oficiales alcanzarán la misma graduación, tanto si son de carrera como si no lo son, aun cuando y las cosas por su nombre, su preparación militar en modo alguno es equiparable.

Habiendo una muy diferente formación, es injusto e ineficiente que los menos cualificados obtengan los mismos resultados que los de mayor cualificación. Es desincentivador del esfuerzo. El militar que no es de carrera, no puede, no debe, alcanzar prácticamente el mismo empleo militar que el que se ha graduado en la exigente y rigurosa Academia General Militar. Esto vulnera el merito y capacidad que establece el articulo 103.3 de la Constitución.

Para completar el atropello, la nueva Ley unifica las diferentes escalas, refundiendo en una única a los procedentes de la Enseñanza Superior Militar con los demás. A partir de ahora, será indiferente haberse graduado en la Academia General Militar o no. Aparte de la injusticia material de tal medida, ésta corroe la disciplina, y es letal para el compañerismo, ambos fundamentales en todo ejército.

En la vida civil no hay precedente similar imaginable. Es incomprensible la existencia de médicos que hayan cursado estudios en la Facultad de Medicina y otros que no, o de abogados que hayan estudiado en la Facultad de Derecho y otros que no. Son barbaridades que los demagogos sólo se atreven a llevar a cabo en unas Fuerzas Armadas mudas.

Aun está reciente el revuelo producido por el extravagante anuncio del ex-ministro Bermejo de que pudieran acceder a la judicatura los licenciados en derecho sin opositar. Con mayor motivo, resultaría impensable que alguien pudiera ser juez sin tener la licenciatura en Derecho. No me pondría en las manos de un médico que hubiera obtenido el título tomando la tensión arterial durante años, ni me subiría a un avión pilotado por un sobrecargo.

En ninguna parte se obtiene un titulo de licenciado o arquitecto más que en la Universidad, de la misma manera que es impensable que un juez no sea licenciado en Derecho, o un cirujano no sea licenciado en medicina, es una imprudencia y una temeridad que se concedan altos empleos militares sin la selectiva y exigente preparación que se obtiene en la Academia General Militar.

Puede que me critiquen por clasista y elitista, pero en mi opinión, esos calificativos no son peyorativos mas que cuando se defienden injustificados privilegios de clase o de casta, pero en modo alguno lo son cuando lo que se defiende -como en el presente caso-, es el resultado de años de intensa y exigente preparación, cuando lo que se defiende es la única aristocracia defendible: la aristocracia constitucional del merito y capacidad.

El filósofo José Antonio Marina, en un muy recomendable libro de filosofía económica titulado La Creación Económica, defiende frente al Estado Providencia su idea de Estado Promotor: el que incentiva el esfuerzo, la capacidad creadora, la iniciativa y la igualdad de oportunidades -no la igualdad de resultados-, y por ello considera que es un Estado justo y eficaz. La igualdad de resultados -no la igualdad de oportunidades-, es injusta e ineficaz. Coincido plenamente.

Defiende Marina el socialismo de oportunidades y la aristocracia del mérito como propio de las sociedades inteligentes. Añade el mismo autor que, según él, hay un Estado de Bienestar de la exigencia y del merito, -al que me adhiero inquebrantablemente-, y un Estado de Bienestar de la mangancia y de la «sopa boba», -palabras textuales del filósofo-. Según dicho autor «éste último es al que en España nos acercamos a toda velocidad», y al que, según mi opinión, la nueva Ley de la Carrera Militar aporta su granito de arena.