ANÁLISIS

Obama en el laberinto

| ABOGADO Y PERIODISTA (LOS ÁNGELES, EE UU) Actualizado: Guardar
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L a inesperada violencia desatada en Irán como consecuencia de los últimos resultados electorales está poniendo en juego hasta la última fibra del saber hacer político de Barack Obama. Es cierto que sus atemperados comentarios iniciales llamando al Gobierno de Irán a «detener las acciones violentas e injustas contra su propio pueblo» han dado paso a un relativo endurecimiento de su postura tras declarar en su última rueda de prensa que se siente «horrorizado e indignado por las amenazas, palizas y detenciones de los últimos días». A lo que se suma la retirada de las invitaciones a diplomáticos iraníes por parte de las embajadas de EE UU para celebrar el Día de la Independencia estadounidense.

Pero Obama no cierra el paso al diálogo constructivo con Irán, sea quien sea el presidente, una vez se aclaren las cosas. «Carece de sentido cerrar la puerta al diálogo», ha declarado una fuente de la Casa Blanca al diario The New York Times. Al menos de momento. Cada día que pasa sin que se asiente la situación en suelo iraní se estrecha el margen de maniobra para Obama. En un país todavía marcado por una política internacional libre de matices y guiada por el voluntarismo inconsciente (o interesado) de la Administración Bush, la tentación de regresar a fórmulas de choque es fuerte. Como intelectual y pragmático, Obama sabe que antes o después habrá que sentarse a la mesa con el Gobierno de Irán (si éste quiere) para tratar la cuestión nuclear. Pero, por otro lado, no quiere dejar ningún flanco abierto a los halcones del Partido Republicano y habilitar un debate sobre su liderazgo cuando tiene asuntos domésticos de gran importancia sobre el tapete, como la reforma del sistema de salud y la crisis económica.

Resta saber la respuesta del Gobierno iraní y la de Israel ante la posición que vaya dibujando Estados Unidos. Aunque Ahmadineyad se mantenga como presidente, el cisma político en Irán parece irreversible y su esfuerzo por cerrar filas en torno al sector duro le lleva a una escalada de la confrontación con EE UU. Israel se mantiene a la expectativa, y es concebible una escalada de tensión entre estos dos países que Obama va a tener que manejar cuando, en última instancia, las decisiones quedan fuera de sus manos. Bienvenido al laberinto de Oriente Medio, Mr. Obama.