vuelta de Hoja

Regresan las pateras

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Los expertos en turismo no saben a qué atenerse. En eso se parecen a nosotros, los que nunca nos hemos acabado de explicar a qué obedece la obligación de viajar sin tener necesidad de hacerlo.

Están volviendo los excursionistas obligatorios. Dicho de otra manera: hay magrebíes en la costa. En lo que va de año, que ya es la mitad, más de 1.300 personas –no olvidemos que son personas– han llegado a cuatro provincias del sur. Las agencias de viajes clandestinas, que garantizan toda clase de incomodidades, están resurgiendo.

En el caso de ignorarlo, nos preguntaríamos cómo se vive en esos países para desear ser huéspedes del nuestro. El presidente Zapatero todavía no ha pagado lo que prometió al Fondo de Apoyo a la Acogida e Integración de Inmigrantes. Trata de explicar que si bien lo prometido es deuda, la deuda hay que reducirla. Total, que los inmigrantes tendrán que contratar al cobrador del frac, aunque se le mojen los faldones.

En la miseria también hay grados y no es lo mismo tener que apretarse el cinturón que andar con el culo al aire. Cuando los inmigrantes llegan a tierra firme, comprueban que no es tan firme como creían, ya que las listas de desempleados se mueven constantemente. Casi el 18 por ciento de los parados andaluces no reciben ya ninguna prestación y 20.000 familias solicitan cada año el salario social que no sé por qué se le llama salario, ya que esta palabra se ha venido entendiendo como el pago o estipendio, poco o poquísimo, que recibe todo trabajador. Habrá que hacerles un hueco a los que vengan. Donde no comen dos, bien no pueden comer tres. Mientras, estamos haciendo embajadas, disfrazadas de delegaciones, por el ancho mundo. Para divulgar lo bien que nos va.