MIRADAS AL ALMA

Hugo Chávez, Heraldo Dictatorial

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Amenudo tengo la ingrata sensación de que la historia no ha sido bien contada y, por ello mismo, mal entendida. Caemos en el caótico error de sólo creer en aquello que nuestros políticos, profesores o historiadores nos contaron de nuestra España, y no deja de ser una mera metáfora de la cruda realidad. Aquel que se limita a escuchar la historia de nuestra Guerra Civil, o la de aquella España que colonizaba cruelmente con la espada ensangrentada y la bandera ondeando con la cruz acariciando el aire, es aquel limitado a una verdad ciega, o lo que es lo mismo, una mentira clara. Todo hombre debería investigar la historia; leer a autores, filósofos, poetas. . que cuentan su propia realidad, a menudo alejada de la historia sutilmente corregida de las escuelas. El hombre nunca debe saciarse; nada hay más inútil que un hombre conformista. Toda conformidad es una politizada cadena de errores perdonados. Todo ello me viene a colación por unas imágenes, hace escasos días, donde el presidente Hugo Chávez, libro en mano (como si cogiese un plátano), balbuceaba el pasaje donde Colón partía de España para descubrir América. Y es que Chávez se ha propuesto ridiculizar la hazaña de Colón hasta hacerlo persona non grata en tierras venezolanas. Ridiculizar la historia es fácil; más aún para ignorantes de ella, personas que caen por su desfachatez en la no historia, en ese estado de la nada. Lo grave de su postura no es contar su propio estado natural de estupidez, sino contar la historia según su estilo a un pueblo que quizás hasta le cree. Este señor educa a través de su incultura, y presume de ello con arrogancia dictatorial. Se han derrumbado estatuas de Colón en aquellas tierras, ¿obviando la historia? No, más bien odiándola, con palabras y discursos mal intencionados. Por ello me fascina Italia, pues los italianos saben de su historia. No resulta pretencioso reconocer su grandeza y, a veces, excesivo orgullo. Así como los franceses conocen su maravillosa cultura, pienso que España es más cervantina y quijotesca que conocedora de su propia piel; aunque, mucho mejor vivir entre ensoñaciones de un hidalgo aventurero que ser un heraldo dictatorial.