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La revelación, una semana después de la catástrofe del vuelo 447 de Air France, de que el Airbus A 330 envió 24 señales de anomalías en sus sistemas en los cuatro minutos previos a su salida de la zona de cobertura de los radares, constituye la primera pista en la investigación para desentrañar las circunstancias en que el aparato con 228 personas abordo desapareció en el océano. Las señales apuntan especialmente a los sensores de velocidad del avión, punto débil de este modelo que la compañía constructora ya había detectado en otros aparatos pero que no permite otra cosa que constar el hecho sin aventurar otras hipótesis. Pero las especiales características de un accidente que arroja incertidumbre en la seguridad aérea transatlántica, requiere que se desplieguen todos los medios técnicos posibles para que la investigación haga aflorar el origen técnico o meteorológico del siniestro.