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Los romeros jerezanos se sumarán a lo largo de hoy a su cita con la Blanca Paloma

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Después del intenso día de calor y viento del jueves atravesando el cerro del trigo hasta llegar a Carboneras, se empezó a reflejar el cansancio entre los romeros jerezanos, lo que hizo que se retiraran pronto a sus remolques y tiendas de campaña. Les esperaba un día, el de ayer, que era el penúltimo de Camino. La noche fue tranquila entorno al Simpecado, aunque, eso sí, con numerosos romeros que se acercaron a compartir momentos de oración. Y, como cada día, en el Rosario se pidió por los que se fueron a compartir con la Virgen y el Pastorcito Divino las Marismas eternas, por los enfermos, por los que no han podido venir y así un largo recorrido de peticiones a la Blanca Paloma. Todo quedará compensado con la jornada de hoy, cuando los romeros hagan su entrada en la aldea y contemplen, junto al resto de sus compañeros, el rostro de la Blanca Paloma. Ayer, a primerísima hora, como de costumbre, el pitero anunció la llegada de un nuevo día a eso de las seis y media de la mañana y el campamento se puso en marcha para iniciar el Camino. El Simpecado partió a las ocho, aproximadamente, para poder celebrar la eucaristía en el Cerro de los Ánsares y a las diez y media. El padre Alexis destaco en la homilía la importancia de la pertenencia a la Hermandad, añadiendo que la medalla debe «lucirse todo el año, no sólo en la Romería». E incidió también en que los niños son el futuro de la filial jerezana.

El Cerro de los Ánsares es, indudablemente, uno de los lugares más singulares y emblemáticos del Coto de Doñana, un lugar casi sin vegetación, desértico, donde desde lo más alto de sus dunas se tiene la sensación de que casi puedes tocar el cielo. Las arenas vacías, un paisaje espectacular y con únicamente matorrales bajos... El entorno traslada a los romeros a un lugar casi desconocido, donde hasta la luz es diferente. Y quizá también por ese motivo la eucaristía estuvo marcada ayer por un recogimiento especial que invitaba a todos a la reflexión.

Una vez finalizada la eucaristía llego el remolque con el pan y el hielo, servicio que la filial presta a todos aquellos hermanos que lo solicitan. La Hermandad de Jerez, antes de partir hacia el Corral del Félix, rezó el Ángelus al Simpecado.

Las sevillanas de los romeros se fueron sucediendo entonces una tras otra, convirtiéndose en oraciones cantadas a la Virgen. Tras dejar atrás el Corral del Félix, la comitiva se dirigió al Cancelin, uno de los lugares de acceso más complicados del Camino.