Brown, en la cena de la patronal industrial. / REUTERS
MUNDO

Los británicos optan por depurar ya el Parlamento

Los sondeos revelan una mayoría partidaria de un adelanto electoral

| CORRESPONSAL. LONDRES Actualizado: Guardar
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Un 66% de los británicos quiere elecciones este año, según un sondeo publicado ayer y que revela la hondura del malestar que ha creado en la población el escándalo sobre el abuso de los diputados en los gastos que facturan para sufragar su segunda vivienda. Nuevos diputados anuncian su dimisión y algunos hasta hablan de posibles suicidios.

Según ICM, una empresa que sondea mensualmente a mil británicos desde 1984 para el diario 'The Guardian', el 36% de los consultados quiere elecciones inmediatas y otro 30% que se celebren antes de fin de año. Es también una petición insistente de los conservadores que Gordon Brown rechaza.

Pero el sondeo de ICM parece confirmar que el líder laborista ha perdido toda posibilidad real de ganar las próximas elecciones, que deben celebrarse en junio de 2010. Nunca desde 1984 los laboristas han tenido regularmente como ahora el favor de menos del 30% de los sondeados. Este mes el sondeo registra un voto del 28%.

Los conservadores, con el 39%, registran un descenso de un punto porcentual -los laboristas, dos- como consecuencia del escándalo de los gastos, pero la serie confirma la preferencia de al menos el 40% de los sondeos. No ocurría desde los meses posteriores a la última victoria electoral conservadora, la de John Major en 1992.

Nunca en la historia reciente ha ganado las elecciones un partido que a un año de las elecciones partió con semejante desventaja con respecto a sus rivales. Y el sondeo de ICM revela que los electores creen que Gordon Brown ha gestionado peor el escándalo de los gastos que David Cameron. El milagro de Brown no acaba de llegar.

Ayer, la secretaria de Estado para Europa, Caroline Flint, defendía en el diario The Times a su colega y correligionaria blairista Hazel Blears, que ha sido acusada de explotar los gastos de vivienda y cuya conducta el primer ministro calificó de inaceptable. El Gabinete también aparece ahora dividido, con voces discrepantes ante el líder.

La sangría es incesante. Andrew MacKay tuvo que dimitir como asesor de Cameron al principio de la semana, cuando se desveló que él y su mujer, Julie Kilbride, también parlamentaria tory, cargaban los gastos de sus dos casas como si no las compartieran. El viernes se reunió con la asociación conservadora local y alegó que un tercio de los asistentes le abucheó y dos tercios le aplaudió. Ayer, dijo que no se presentará a las elecciones.

Temor a suicidios

Su colega, Nadine Dorries, dice que la atmósfera en el Parlamento es terrible y que teme el suicidio de algún diputado. Cameron desautorizó sus declaraciones. Su designado para la cartera de Negocios en la oposición, Jonathan Djanogly, tendrá que defender lo que se supo ayer, que facturó 5.750 euros para unas verjas automáticas en su casa. El ex secretario general del Partido Laborista, Ian McCartney, que también ha facturado gastos sorprendentes, dice que renunciará a la reelección por razones familiares y de salud.

El Arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, escribía ayer en un artículo en The Times que la «sistemática humillación» de la clase política plantea una amenaza «a la confianza en la democracia». Y el hombre que vendió los datos del escándalo a The Daily Telegraph, John Wick, dijo que llegaron a sus manos porque le llamó una persona a la que «alguien le recomendó» que hablase con él. El Parlamento recientemente contrató a ex militares y ex policías para proteger la seguridad de sus datos. Wick, ex militar, tenía una empresa de asesoramiento de seguridad.