La venganza judía de Tarantino desembarca en La Croisette

El 'enfant terrible' del cine estadounidense, Quentin Tarantino, ha desembarcado con fuerza en el Festival de Cannes. Rodeado de una impactante tropa capitaneada por Brad Pitt y del brazo de Diane Kruger, Mike Mayers y Christoph Waltz, el director más esperado del certamen ha presentado su obra sobre la Segunda Guerra Mundial, 'Inglourious Basterds', una aproximación al cine bélico que tiene como escenario la Francia ocupada y sus protagonistas tienen la misión de liquidar la jerarquía del régimen nazi.

El director ha desempolvado una vez más su amplio abanico de influencias, desde el cine clásico a las serie Z, para la que es su película más larga -148 minutos- y la más internacional, aunque ha sido recibida por la prensa con menos entusiasmo del esperado. "No la clasificaría exactamente como una fantasía judía, ese no sería el apartado del videoclub donde la pondría", ha explicado el director; "es simplemente la historia de unos personajes que, si de verdad hubieran existido, sí podrían haber cambiado el rumbo de la Historia".

Venganza judía

En esta película, divida en capítulos, comienza mostrando la ejecución de una familia judía a manos del Coronel nazi Hans Landa (Christophe Waltz). Solo una joven logra escapar, Shosanna Dreyfus (Melanie Laurent), esconderse en Paris y adquirir una nueva identidad. Desde este comienzo dramático, rodado con toda seriedad, Tarantino muestra la organización del comando del Teniente Aldo Raine (Brad Pitt), 'Los Bastardos' que pide a sus hombres un mínimo de "cueros cabelludos" de oficiales nazis al estilo de las clasícas películas del oeste.

A pesar de contar con Brad Pitt, Michael Fassbender -que concurre también en Cannes con 'Fish Tank', de Andrea Arnold-, Diane Kruger y Mike Mayers, todos ellos presentes en Cannes, el actor alemán Christoph Waltz, es quien roba el protagonismo de la película y acapara los mejores diálogos, por lo que ha sido aplaudido en Cannes.

La plenitud de Alain Resnais

Los focos han iluminado también con fuerza al octogenario realizador francés Alain Resnais, quien ha presentado "'Les Herbes Folle' (Hierba Salvaje), una muestra del talento inagotable de quien hace 50 años estrenó en Cannes 'Hiroshima mon amour'. Lejos queda aquella película, intensa, grave y maravillosa, que fue una de las piedras fundacionales de la "nouvelle vague", pero todavía sorprende Resnais por su voluntad de reinventar el lenguaje cinematográfico, ahora a través de un cine sutil, dinámico y encantador que opta a la Palma de Oro.

Con 'Les Herbes Folles', se confirma el potente músculo que el cine francés está exhibiendo en esta edición de Cannes, donde 'Un prophète' deslumbró hace unos días y donde se esperan todavía las nuevas películas de Gaspar Noé y Xavier Giannoli. Resnais ha sido maestro de todos ellos. "Sigo haciendo cine porque no encuentro una manera mejor de ganarme la vida", ha reconocido a sus ochenta y seis años el realizador francés.

Pero "Les Herbes Folles", como algunas de sus últimas cintas -'On connaît la chanson' (1997) o 'Asuntos privados en lugares públicos' (2007)- no tiene nada que ver con un proyecto alimenticio ni con el cine rutinario. Basada en una novela de Christian Gailly, este filme tiene una sintaxis cinematográfica que invierte muchos valores clásicos de la gramática del séptimo arte.