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CINE I FISAHARA 09

Camino a la esperanza

El Festival Internacional de Cine del Sáhara echa el telón mañana con la esperanza de que la siguiente edición se celebre en su tierra

DAJLA Actualizado: Guardar
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Solidaridad y cultura conviven en Dajla durante el Festival Internacional de Cine del Sáhara (FiSahara) en el que artistas, músicos, cooperantes y centenares de rostros anónimos se fusionan con el pueblo saharaui. “Estamos contentos de estar con nuestra gente. Más que una amistad es un sentimiento. Son nuestras familias”, explica José Luis Taboada, codirector del festival y presidente de la Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara (CEAS).

Talleres, mesas redondas y sesiones de cine que suponen una bocanada de aire fresco para los miles de refugiados saharauis que habitan en la calurosa y paupérrima Wilaya de Dajla. Una ventana al mundo exterior, lejos del inhóspito desierto en el que habitan. “Cada vez son más las personalidades del mundo del arte que se comprometen con nuestro pueblo” se congratula el primer ministro de la República Árabe Democrática Saharaui (RASD), Abdelkader Taleb Omar.

Este año se pondrá la primera piedra de la nueva escuela de Formación Audiovisual en el campamento de refugiados que se espera esté en marcha el año que viene. “La idea es fantástica” asegura Elena Anaya. La actriz que se encuentra en Dajla por primera vez está dispuesta a repetir experiencia. “Antes de venir ya tenía claro que la proyección de películas no era lo más importante del festival”. Y es que Anaya al igual que el resto de asistentes a la muestra cinematográfica han quedado impresionados ante las inhumanas condiciones en la que viven los saharauis y, a la vez, el calor humano que transmiten. “Me voy llena de amor hacia este pueblo”, confiesa al actriz.

Pero no todo es cine en Dajla. Anoche las dunas de arena dorada se convirtieron en el escenario de un recital de música regional en el que también participó el cantante español Daniel Carbonell ‘Macaco’. A ritmo de ‘No al muro de la violencia’, construido por Marruecos con el fin de proteger el territorio efectivamente ocupado de las incursiones del Frente Polisario, el desierto ‘tembló’. Especialmente, cuando al escenario saltó Brahim Hussain Bebelt, un joven de 19 años que el pasado abril perdía una pierna al pisar una mina mientras protestaba junto al muro y ahora convertido en un héroe nacional. El festival echará el telón mañana con la esperanza de que el año que viene se celebré junto al mar. En su hogar.