Patxi López reflexiona, en una imagen tomada en su despacho. / IGNACIO PÉREZ
ESPAÑA

El hijo del sindicalista

López, que ha vivido la política desde la cuna, superó las reticencias de Zapatero, que en 2002 le veía 'verde'

| COLPISA. MADRID Actualizado: Guardar
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José Luis Rodríguez Zapatero no confiaba en él. En las vísperas del congreso de los socialistas vascos de marzo de 2002, el líder del PSOE comentó que Patxi López aún no estaba «hecho» para la secretaría general del PSE. Ramón Jáuregui o Javier Rojo eran, a su juicio, cartas más cabales. Pero aquel político 'verde' se hizo con el liderazgo del partido y siete años después, está a punto de cruzar el umbral de Ajuria Enea.

«Soy vasco de Coscojales», responde a quien cuestiona sus señas de identidad. Se refiere a su calle natal, a la sombra del Puente Colgante de Portugalete, toda una declaración de intenciones de sus raíces físicas e ideológicas. Si alguien mamó política desde la cuna, ése es el próximo 'lehendakari'. Cumplirá 50 años en octubre, pero acredita una trayectoria kilométrica. Se afilió casi con pantalones cortos a las Juventudes Socialistas de Euskadi, una decisión inexorable en aquel hogar: el padre, 'Lalo' López Albizu, dirigente socialista de los astilleros de La Naval que conoció cárcel y destierro, la cama del niño era el escondite de panfletos y la casa, además de aula sindical, sirvió en plena dictadura de punto de pernocta para Felipe González o Alfonso Guerra.

Se hizo con la secretaría general de las Juventudes a los 26 años, y un año después aterrizó en el hemiciclo de la carrera de San Jerónimo; era el segundo diputado más joven del Congreso detrás de un tal Zapatero. Después llegó la secretaría de Organización del PSE, el liderazgo de los socialistas de Vizcaya y el escaño en el Parlamento vasco. Pero todavía no despunta, es un desconocido fuera de Euskadi, vive achaparrado a la sombra del 'hijo de Lalo'.

Sus amigos, pocos en el partido, coinciden en que su rasgo más acusado es que es un tipo de lo más normal. Aficionado al baloncesto y devoto del Athletic de Bilbao, la fotografía y la música -pinchó discos en la boda de su amigo el diputado Eduardo Madina-, se ufana de tener más de 8.000 vinilos. Bruce Springsteen está en sus altares, y, por decisión suya, 'Working on a dream' atronó la última campaña. La red y los foros sociales de Internet son su última pasión.

Un espacio

El 23 de marzo de 2002 se hace con las riendas del PSE. En el congreso del Kursaal donostiarra, derrota a los partidarios, encabezados por Rosa Díez, de ir de la mano del PP en el acoso y derribo del nacionalismo, una estrategia puesta en práctica en las elecciones de 2001 por su antecesor y amigo de la infancia, Nicolás Redondo Terreros, en comandita con el popular Jaime Mayor Oreja. Patxi López se empeñó en buscar un espacio identificable para el PSE; sin compadreos con el PNV, pero tampoco con el PP. Ni nacionalismo vasco ni españolismo rancio.

La fórmula resultó exitosa. En las elecciones de 2005, el PSE pasó de 13 escaños en el Parlamento vasco a 18; y en las de 2009 coronó los 25. Pasito a pasito, sin deslumbrar pero sin errores, se afianza. Tres ideas trufan su discurso: cambio, diálogo y pacto. Un lenguaje que suena bien en una sociedad con tres décadas de nacionalismo a su espalda; cansada del conmigo o contra mí, del ellos y nosotros del PNV; y que anhela el entendimiento y huye del enfrentamiento.

La timidez no ha impedido que se haya convertido en buen mitinero. Se ha fajado sin remilgos con Ibarretxe en el Parlamento vasco, ha acabado con las familias en el partido y ha desarrollado una oposición sin estridencias. Apuntaló su protagonismo con el proceso de paz en la última tregua de ETA. Estuvo en las conversaciones de Loyola con Batasuna y PNV, y se entrevistó con Arnaldo Otegi.

También empieza a ser alguien en el PSOE, presidió el Consejo de Política Territorial, el cónclave de los 'barones', y su voz en el partido es incuestionable cuando de Euskadi se trata. Aquel aprendiz, a ojos de Zapatero, se ha doctorado y vuela solo. Cuando decidió que era la hora de desalojar al nacionalismo del Gobierno vasco, aunque fuera con el báculo del PP, encontró reticencias entre los suyos, las primeras en el presidente del Gobierno, pero no dio su brazo a torcer. Hizo suyo el 'dream' de Springsteen. Será el primer 'lehendakari' socialista. López, de la margen izquierda, la de los 'maketos', y que sólo chapurrea euskera, será el presidente de Euskadi. Un remezón debe sacudir alguna tumba nacionalista.