Una familia posa con una niña de Primera Comunión. / ANTONIO VÁZQUEZ
CÁDIZ

Fiestas adultas para niños

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El día de la Primera Comunión es, quizá, de los pocos acontecimientos familiares que no ha perdido su esencia originaria con el paso de los años. El aroma de un domingo primaveral, el sabor de una comida en reunión, la algarabía de los niños, el tacto de un vestido blanco de organdí o el traje de rayas de marinero. La muda interior, el crucifijo, la cadena, el cancán, el rosario, los lazos de raso, unos zapatos a estrenar, la estampa recordatoria, la merienda, las tardes de catequesis, la lectura de los padres, la luz de unas velas, la oración y la canciones, el muñeco de una tarta, la ilusión del comulgante por su mañana de mayo.

Lo que sí ha cambiado con el transcurso de los decenios es la capacidad de hacer frente a los gastos de una fiesta que, por más que se instalen la crisis y el paro entre los españoles, no deja de celebrarse, motivos confesionales al margen.

En las iglesias de todos los barrios se dan cita desde la última semana de abril cientos de chavales para recibir su primera Eucaristía. Las fotografías se sustituirán por la tecnología de los DVD y el regalo de un libro de firma por los juegos de consola. Los cánones se modernizan, pero la esencia es la misma. ¿Y cuánto cuesta esta nueva versión del sacramento para una familia gaditana? Sin privarse de ningún complemento, puede salir por unos 2000 euros, para 30 personas. A sus padres les espera una agobiante factura. Como si los niños no dieran sonrisas gratis.