Los escaparates presentan una amplia variedad de trajes y precios. /A. V.
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Arranca la temporada de comuniones con la crisis como protagonista y la continuación de las tendencias de los últimos años

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U n vestido blanco, una iglesia poblada de flores, decenas de cámaras de foto y vídeo, un banquete con tarta, regalos de postín y detalles e, incluso, un viaje. Los elementos imprescindibles en la celebración de una boda se repiten religiosamente en otro sacramento que nada tiene que ver con la bendición del amor entre parejas. Niños y niñas que son por un día hombres y mujeres. El día de su primera comunión.

Recibir el cuerpo de Cristo se ha convertido en un acontecimiento familiar de gran magnitud, una oportunidad para reunir a los amigos en torno a la ceremonia, una excusa para recibir suntuosos obsequios y, sobre todo, una ocasión para hacer un generoso desembolso que en tiempos de crisis no debe de sentar bien a las economías domésticas.

Ese dinero va a parar, no hay mal que por bien no venga, a los comercios que basan su actividad en este tipo de eventos. Tiendas especializadas en trajes de comunión, fotógrafos, imprentas y papelerías y establecimientos hosteleros alivian en mayo sus maltrechos negocios. Y es que pocos renuncian al boato en la celebración de este rito que, como en el caso del matrimonial, se adapta a las tendencias pujantes.

Sobre todo en lo que tiene que ver con los recuerdos e imágenes que sirven para perpetuar el día especial del niño. El dvd y los álbumes vistosos se imponen sobre las clásicas fotos. La media de un reportaje de ocho fotografías más el vídeo de la ceremonia es de 120 euros. Si al que recibe por primera vez la Eucaristía le regalan una cámara fotográfica con las máximas calidades podría ahorrarse ese gasto.

Segundo, de la tienda de fotografía Segundo y Rosita dice que este año han bajado un «30 o 35% de volumen de negocio» por las fotografías de comunión, un «50% en el caso del sector de las bodas», apunta. «Los padres han recortado el gasto solicitando menos fotografías, incluso se las hacen ellos. Nos ha pasado más de una vez que hemos hecho las fotos y después no han venido a recogerlas, y te quedas sin cobrarlas, por supuesto».

El negocio de Segundo y Rosita, situado en la calle San Francisco, justo a la altura de la Plaza de San Agustín, ha sido durante lustros el escaparate donde se exhiben las imágenes de uno de los días más especiales de la vida del niño gaditano.

La elección de las estampas recordatorias forman parte obligada de los preparativos de una comunión. En la Librería Repeto ya están entregadas las miles de tarjetas que han confeccionado en esta temporada. «Se siguen vendiendo bastante, no se renuncia a ellas, aunque también pujen con fuerza otros obsequios de recuerdo», destaca Salvador, el encargado. El modelo clásico (vírgenes, niños rezando, espigas...) cede terreno ante ilustraciones más modernas, comulgantes más estilizados y la fórmula del troquelado. «Las que incluyen una fotografía se demandan menos porque los reportajes suelen ser muy completos», sostiene el encargado de Repeto, quien asegura que «el 90% de los niños» elige el diseño de las estampas que se repartirán el día de su comunión.

Una tradición

En otra tienda tradicional del centro de Cádiz, Del Moral, la recesión ha propiciado que se venda un 10% menos en vestidos y trajes de comunión. «En lo que se nota es en la venta de trajes para mayores, el papá se pone la misma chaqueta del año pasado», afirma José León Moral, propietario junto a su hermano Benito de la tienda de Columela.

En Del Moral trabajan desde hace cuatro décadas con tejidos y cortes más clásicos. «Sólo hacemos clásico, que es lo que todavía impera. La moda en comunión está muy tranquila», argumenta José León. El organdí combinado con poliéster, sencillos labrados y el cuello bebé dibujan el vestido de las niñas. Para los niños se sigue imponiendo el típico traje de marinero. Zapatos a 60 euros, tocado con un precio de 30 euros y los guantes son los complementos que engalanan a los sacramentados. También el cancán, el rosario, la muda interior y las biblias forman parte del atuendo. En total, los padres se gastan de 350 a 400 euros en vestir a sus hijos para la ceremonia.

Durante las semanas previas a mayo la zapatería La Alicantina, en la calle Pelota, se convierte también en destino obligado de los padres para ataviar a los niños en el día que reciben el sacramento. Los escaparates de las tiendas del centro están, a mediados de abril, prácticamente vacíos, después de un par de meses a pleno rendimiento. A estas alturas, y una vez han dado comienzo el periodo de ceremonias, muy pocas familias, tienen aún algún cabo por atar.

Y es que los preparativos de una comunión en Cádiz comienzan casi inmediatamente después de que el futuro comulgante empieza la catequesis. El caso de Lourdes, la madre de África, una niña que hará la comunión el próximo año, así lo atestigua. Para ver a su hija vestida de blanco en mayo de 2010, Lourdes ha decidido ser previsora. «Ya he pagado la mitad del vestido, que me saldrá por unos 350 euros, no vaya a ser que el año que viene estén más caros o la situación económica sea aún peor», relata la madre de África, que recibirá su primera comunión en la Iglesia de Santo Tomás.

En las Esclavas, los Salesianos, San Felipe o las iglesias Santa Cruz o San José, desde el viernes pasado la impartición del sacramento de la comunión conviven con los oficios ordinarios. Es el mes de los niños, protagonistas por un día; y una primaveral cuesta de enero para sus padres.

Un sábado o un domingo de mayo para una familia gaditana con un niño o niña de 9 años que celebre su primera Eucaristía puede suponer el gasto del sueldo de todo un mes (de padre y madre). El banquete posterior se considera un precepto más. Una obligación de 1.000 euros de media. En frente del parque Genovés, en plena Avenida, en el Paseo Marítimo o en la Alameda, los restaurantes del Club de Tenis, Cantábrico, Arte Serrano o Balandro, sirven cada año de escenario para la reunión familiar.

En el Cantábrico, por ejemplo, aseguran tener fijadas para las próximas tres semanas 30 comuniones, un 40% menos que en años anteriores. Un menú normal para el almuerzo de comunión cuesta entre los 22 y los 42 euros. «La oscilación depende del tipo de alimento que ofrezcas, no es lo mismo la gamba blanca que el langostino tigre», destaca Roberto, responsable del restaurante Maroma del Club de Tenis.

Platos más baratos y menos invitaciones por compromisos pueden llegar a reducir el gasto por comida hasta la mitad. «Nosotros contratamos comuniones pequeñas, de 30 o 40 comensales como máximo, pero nos han llegado a pedir presupuesto hasta para 100 personas», destaca Roberto. La recién estrenada nueva gerencia del restaurante del Club de Tenis tiene contratadas pocas celebraciones para mayo, aunque aseguran que «para empezar» y debido a la situación económica mundial, no «está nada mal».

El servicio personalizado y la posibilidad de convertir estos establecimientos en su propia casa, hacen decantarse a los padres por su contratación. La barra libre, la tarta y, sobre todo, la animación (payasos, djs, monitores, castillos hinchables...) puede encarecer el banquete unos 500 euros más.

Y si para los padres una celebración de este tipo supone un sobreesfuerzo económico, no lo es menos para el resto de familiares y amigos, hasta tal punto que muchos no desean figurar en la lista de invitados.

En cualquier caso, y al margen de que consolas, cámaras fotográficas, mp4, viajes, ropa e incluso ordenadores portátiles se hayan erigido en los últimos años en los regalos predilectos por mayores y niños, los obsequios clásicos siguen demandándose de la misma manera. María José, encargada de la Librería Quentum, asegura que la crisis no ha impedido la venta de los típicos libros de firmas. «Cuestan entre 20 y 25 euros y eso se lo puede permitir cualquiera», subraya. «También se venden mucho los libros interactivos, con ilustraciones de princesas para ellas y de piratas y dinosaurios para los niños, lo que se ve menos son las muñecas de comunión, casi nadie pregunta por ellas», completa la encargada.

Desde el viernes las calles de Cádiz se visten de blanco y se llena de la ilusión de miles de niños en su recorrido hacia las iglesias en las que recibirán la Primera Comunión.