FERNANDO VIOLA. Se trata de una calle ancha, larga y vistosa que para muchos es «el segundo centro de la ciudad». / JAVIER FERNÁNDEZ
Jerez

Una calle con muchísimo arte

El primer tramo de Fernando Viola acoge los edificios Almería y Sevilla, dentro del complejo de Torres de Córdoba

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La calle de las sensaciones. Fernando Viola. Alguien comenta que fue un intelectual. Quizá un hombre vinculado al mundo del cine, o de la música. Su calle en Jerez es ancha, larga y vistosa. Al llegar, caemos en la cuenta de que aquí hay cuerda para rato. Es decir, material para dos entregas. Tanto es así que muchos vecinos y comerciantes no dudan en afirmar que es «el segundo centro de la ciudad». Segundo centro antes de que Ikea se abra. Al menos eso dice un señor que ha sacado al perrito a pasear. Lleva una bolsa en la mano. Y en otra, una correa. «El día que esté todo el complejo comercial abierto al público, Jerez quedará como el gallo de Morón. Cacareando y sin plumas».

Pero el primer tramo de la calle no puede estar mejor situado. Si se entra por la espalda del Instituto Luis Coloma, encontramos un primer tramo con mucho arte. Y si no, entren ustedes en Libros de la Frontera. «Aquí estamos desde hace un año», comenta Jaime García. Y agrega que es de Madrid, aunque su mujer «se vino a trabajar aquí». Estuvo unos años viajando a Jerez todos los fines de semana, «hasta que nació el niño. Todo estaba preparado para que naciera en Madrid, pero al final es jerezano. Esto fue el detonante para venir a vivir aquí». Jaime dejó su trabajo y comenzó una nueva vida con una librería a cuestas. Nadie duda que a este hombre le gusta los retos. «Bueno, es difícil abrir un comercio en estos momentos, y más un comercio de libros. Pero aquí estamos. ¡Y sobrevivimos!», explica con un guiño cómplice.

Libros de la Frontera tiene de todo un poco, aunque nos pareció ver algo más de historia. «No estamos especializados en nada. Es una librería donde podemos encontrar de todo un poco. Lectura en inglés es quizá una de las características o de nuestra aportación. Además, también tenemos un club de lectura. Nos reunimos una vez al mes a contarnos nuestras lecturas. Y tenemos pensado hacer talleres de lectura para los más pequeños», agrega. Un librero interesante, desde luego. Grandes negocios comenzaron en peores condiciones.

Frente a la librería de Jaime, hay un negocio curioso, Oro negro. Qué mejor oro para el paladar que el chocolate. Sin duda, hay que entrar en la tienda. Debe de ser la perdición del goloso.

Chocolate

Hasta las paredes están pintadas color chocolate. Las puertas también. Intentamos darle una dentellada, pero Thomas, que es el gerente de la tienda, avisa que es de ladrillo. Así que mejor es disfrutar del escaparate si no queremos perder los piños. Thomas es otro aventurero. Llegó desde Bélgica y pronto supo que, de montar un negocio en la ciudad, éste tendría que ver con uno de los productos más famosos de su país: el chocolate. «Está claro que la tradición chocolatera en Bélgica nace de las colonias africanas. Países como el Congo Belga, donde había mucho y buen cacao», explica.

Chocolate con menta, ligado con naranja, chocolate blanco, con leche, amargo y puro; o chocolate para diabéticos o ecológico -esto último no logramos saber qué puede ser-. «A los jerezanos les gusta mucho el chocolate. Prueba de ello es que llevo ya un año dedicándome a esto», añade. Al fondo, una batidora remueve con sus anchas aspas un riquísimo chocolate caliente. Está diciéndote: «Cómeme, cómeme...». Y más allá hay todo un elenco de pequeñas chocolatinas. «Bueno, también intento acercarme al mercado de los hoteles, por ejemplo. Con esos pequeños detalles de cortesía que tanto gustan a los clientes cuando entran en la habitación. Una chocolatina siempre es una buena idea para regalar».

Mercadillo

Libros con chocolate. Sólo nos falta un buen sillón para disfrutar de una estupenda tarde en Fernando Viola. Para eso nada más que es necesario cruzar la calle. Allí está María Luisa Toscazo y su tienda, llamada El Mercadillo. María Luisa está un tanto eufórica. «Últimamente no hago más que salir en los medios de comunicación. El otro día, fui al programa Tengo una pregunta para usted, con el señor Rajoy. Y llegué a hacerle la pregunta, así que me vio media España», comenta Toscano. Dice del jefe de la oposición que, en las distancias cortas, no tiene mala pinta. «Mucho más delgado de lo que parece en la tele», agrega. Tras una breve reflexión de la situación política y económica que atraviesa España, entramos en materia. «Bueno, es una tienda de muebles antiguos. Casi todos de caoba. Muebles en buenas condiciones, claro», subraya. Aparadores, consolas, peinadoras, mesas, sillas, armarios o un recibidor son algunos de los exponentes que encontramos en El Mercadillo. «Casi todos mis muebles vienen de Inglaterra», explica. Muebles para casas con techos altos. O quizá para decoraciones clásicas. Calidad a un precio más módico. Artesanado y acabados de ebanistería con gusto. Ya tenemos sillón para leer junto a una buena taza de chocolate.

Pero si cruzamos de nuevo la acera, encontramos con las flores de Enea. «Llevo un año menos que María Luisa. O sea, siete con la floristería abierta», comenta Javier Varela. Javier también llegó de otro lugar. En este caso, de Sevilla. «Siempre ha sido mi oficio el de las flores. Nosotros trabajamos todo lo que el cliente desee. Hacemos centros, ramos y también tenemos una sección de bonsáis y plantas naturales que ahora se piden mucho», agrega Varela.

La calle Fernando Viola no podía tener mejor comienzo. El segundo centro de la ciudad con una gran calle donde el primer tramo está cargado de sensibilidad. Sentidos como el gusto, la vista o las dulces fragancias de la tienda de Javier Varela. Habrá que hacer una segunda parte cuando se pueda. Cuando sigamos con ella, intentaremos contar a nuestros lectores quién era este Viola que tantos comercios interesantes acoge en su seno.