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Secuestrado en su propio piso

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Hace unos días ha llegado a mi poder un folleto del Ayuntamiento sobre el PGOU bajo el lema «ven y participa en el Cádiz del futuro», en el que se nos invita a aportar ideas y sugerencias para conseguir que Cádiz sea una ciudad competitiva y atractiva para vivir e invertir, etc..

Con la intención de colaborar en este loable objetivo es con el que deseo poner sobre la mesa una espinosa situación que desde hace tiempo me viene preocupando, y que afecta a un colectivo muy importante de residentes en el Cádiz de intramuros.

Si por término medio, cada finca catalogada consta de seis viviendas, las familias afectadas por estas limitaciones urbanísticas alcanzaría la no despreciable cifra de 4.440. Y no resulta infrecuente que en estas viviendas resida alguna persona con problemas o imposibilidad de subir o bajar escaleras. Como experiencia propia, dos familiares han pasado sus últimos años de su vida auténticamente enclaustrados, recluidos en mi vivienda, en su silla de ruedas, prisioneros de su enfermedad y de estas normas urbanísticas tan estrictas en la protección de este singular patrimonio.

Una vez planteado el problema en sus rasgos básicos, la segunda finalidad de este escrito es hacer un llamamiento a arquitectos y personas de relevancia en Cádiz para que se interesen por este tema y aporten sus ideas, opiniones y reflexiones a través de un foro o plataforma, a semejanza de lo acontecido con el edificio de la Aduana. El tema a debatir considero que vale la pena.

Pedro A. Núñez. Cádiz