VISTA. Imagen de la plaza de las Angustias tomada desde uno de los privilegiados balcones de Canal Sur. / JUAN CARLOS CORCHADO
Jerez

Angustias entre un mar de vidas distintas

La plaza toma su nombre de la capilla del antiguo humilladero que daba entrada y salida a Jerez

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La Angustias. Ahí es nada. Soleada, abierta, viva, coqueta, bien peinada, custodiada por sus diecisiete palmeras que parecen querer pintar, con sus altas ramas, el celeste cielo jerezano. Las Angustias es parada y fonda para muchos que no se resisten a sentarse un rato en uno de sus relucientes bancos a ver pasar la vida. Torbellino de vida en la parada del autobús, en el bar de Rafa o en el 27. Es vida que entra y sale del hogar del pensionista, es una corriente de pisadas que entran y salen por la calle Levante, o por la Corredera, camino del centro de Jerez. Y, mientras todos van de un lado a otro, el Águila que ocupa el centro parece querer coger vuelo, pero Vasallo lo hizo tan bien que por, mucho que lo intente, no llegará el día en el que se pierda por el espacio a la búsqueda del Plus Ultra.

Pero vayamos por partes y contemos la historia y las historias de esta fuente de vida en dos entregas, porque Angustias hay para rato. Y para comenzar no había más remedio que encomendarse a la Virgen que da nombre al lugar. Preside la capilla del antiguo humilladero. El silencio se siente, a pesar de que en la cofradía hay trajín para rato. Están a punto de salir a la calle y parece que no está pasando nada, pero pasan muchas cosas tras el telón guapo del altar de la Señora. Y si no, que se lo pregunten a Francisco Javier Casares, que es el mayordomo de la cofradía. «Bueno, estamos ahora a plena actividad. Hay que tener en cuenta que nosotros, en tres días, hacemos cultos, besamanos de la Virgen y estación de penitencia. Para lograr comprimir tantos actos en unas pocas horas es necesaria una organización y una disciplina. Así que estamos ahora trabajando a tope para que todo esté listo», explica.

Hablamos de una de las joyas más importantes que tiene la cofradía. Se trata del antiguo pendón de los Siete Cuchillos, datado a finales del siglo XVI o principios del XVII. «Es una de las joyas del bordado que tenemos en Jerez. Posiblemente fue encargado por Tomás de Geraldino, que fue diplomático jerezano y cofrade de la hermandad», explica Francisco Javier. Mientras hablamos de esta maravilla que cada año saca la Hermandad de Las Angustias, nos detenemos en las manos del mayordomo, un tanto renegridas de tanto limpiar plata. «Sólo sale a la calle cuando sacamos a la Virgen; ésa es la tradición». Como hay más trabajo de la cuenta, dejamos a los buenos cofrades de Las Angustias con sus preocupaciones, lógicas de los previos a una estación de penitencia. Esos nervios contenidos y esa incertidumbre y deseo de que todo salga bien. Y dejamos a la Virgen, niña bonita de la plaza, que ilumina con su silente angustia la vida de quienes viven, trabajan o frecuentan el lugar.

Tienda cofrade

Justo al lado está la nueva tienda de cofradías de Jerez. Se trata de Arte Sacro. La tienda es como una gran sacristía donde hay de todo. «Y si no lo tenemos, lo buscamos y se lo facilitamos al cliente», comenta Sara Casal, que se ha estrenado con la tienda hace escasamente un mes. «No va mal la cosa. Es más, va mucho mejor de lo que creíamos», dice una optimista dependienta. Justo en la esquina de la tienda, un DVD desgrana el paso de una cofradía por la dorada tarde sevillana. El canasto refulge más que nunca cuando sale de las sombras y se enfrenta al astro Rey. Entre las vitrinas, sayas de dolorosas, coronas de orfebrería, rosarios, llamadores, un manto de camarín y hasta una dolorosa sin bendecir. En el mostrador, discos de bandas de música, bolsitas de incienso, llaveros con los escudos de las hermandades y demás objetos del deseo de cualquier cofrade reincidente. «Sin duda, lo que más estamos vendiendo son cordones y cíngulos para los nazarenos. Estamos especializados en la materia», subraya nuestra protagonista.

Y saliendo de Arte Sacro, nos acercamos a la antigua iglesia de los hermanos trinitarios. Ahora son las monjitas las custodias del templo. Siempre abierto a la oración. También hay ajetreo porque la Cofradía de Humildad y Paciencia va a saldar una vieja cuenta con la historia. Saldrá este año a las calles de Jerez esta reciente pero reorganizada cofradía, con sus relucientes hábitos nazarenos. El muy antiguo Cristo de la Humildad y Paciencia, cuya autoría se pierde en la noche de los tiempos, está sentado y esperando que llegue el momento en el que sus hermanos le acompañen a las calles de Jerez. Una maravillosa imagen que debería de despertar mucha más devoción de la que ya de por sí tiene.

Como el silencio es el que reina en la iglesia y al Señor pocas palabras le son necesarias para comunicarse con sus devotos, decidimos salir por su patio fantástico de naranjos mientras una duda nos asalta. ¿Cómo es posible que El Señor tenga que irse a la Catedral teniendo un templo de esta categoría y un patio de naranjos en flor de tanta belleza? Una pena que cuando hay ganas de trabajar por la Iglesia se interpongan tantos obstáculos que parece que no son la puerta propiamente dicha.

Bar Rafa

El ambiente ha cambiado por completo. En la esquina de la calle Levante están Rafa y su rincón. Es uno de los dos bares que hay de la plaza. Ahí está su sangre con tomate y sus bocadillos de carne mechá, que son para chuparse los dedos. Se trata del antiguo bar Salas, que durante cuarenta años lo llevaron Manuel Salas, El Chino, y sus hijos. Para hacer una parada en el camino no es mal lugar y sus tapas están deliciosas. Hagamos un descanso y preparémoslo para vivir las grandes sensaciones de la Semana Mayor en la magnífica atalaya de Las Angustias, con una copa de fino y una suculenta tapa jerezana del bar de Rafa.

(El próximo fin de semana se publicará la segunda y última parte de este reportaje)