PASO. Panorámica del canasto trabajado con porexpan, cola y pintura dorada. / LA VOZ
Jerez

Un canasto de porexpan

La asociación juvenil del Cristo con la cruz al hombro, de Torresoto, vuelve a soñar con las cofradías en el jerezano barrio

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Llegó el gran día. El Viernes de Dolores se tornó en fiesta en el jerezano barrio de Torresoto. Fue el día en el que pudieron sacar su particular cofradía a la calle. Una cofradía de las llamadas ilegales -se podría decir así-, pero también es una asociación que mantiene la misma ilusión por salir a la calle que el prioste de la más antigua cofradía que posee la ciudad. Se trata de la asociación del Cristo con la cruz el hombro y la Virgen de la Trinidad.

Era jueves por la mañana y el canasto estaba a punto de acabarse, se le daban los últimos retoques para que todo quedara perfecto. Conforme pasaban las horas se iba notando un cierto ajetreo en el local donde estaba dispuesto el paso. La colaboración de José Antonio Cachero, maestro bordador de Jerez, ha sido importante. «Yo sólo les he dado ideas. Pero el trabajo se debe a ellos», comenta Cachero.

Labor de artesanía

El caso es que con mucho porexpan y algo de cola, con todas las plantillas diseñadas por Cachero, se fueron haciendo las distintas piezas del puzzle que es el canasto hasta llegar a tener un gran parecido a los reales. «Y mucho palillos de dientes, también», asevera el propio José Antonio.

Jesús Romero estaba trabajando por esas horas, pero todos dicen que es él, el precursor de la populosa cofradía. «Estuvimos unos años sin salir. Hacíamos un misterio con el Beso de Judas. Y lo hacíamos con los tablones de los andamios que encontrábamos por la obras. Este año sacamos a este cristo que es un Nazareno. A nosotros nos encanta», subraya uno de sus cofrades. La imagen fue encargada a Alejandro Olivera y el tono de realismo del Cristo llama primorosamente la atención.

Todos los años, cuando llega el Viernes de Dolores, el barrio de Torresoto se transforma para vivir su particular Semana Santa, su especial estación de penitencia y sus emociones. Una cofradía sin historia, quizá una hermandad que no está dada de alta en ningún censo, pero con el tesoro del cariño puesto por hacer las cosas bien. La de estos jóvenes jerezanos que cada año, a su manera, también hacen su recuerdo particular a la Pasión de Cristo.