PROTESTA. Agentes de la Policía vestidos de romanos. / J. F.
EL TRANVÍA

«Sin pistolum», «sin emisorum» y sin decoro

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Porque suena a chiste que la Policía Local sufra de escasez de vehículos, emisoras, pistolas, cámaras.... Y que, encima, buena parte del material que tiene está en mal estado. Conviene destacar al respecto que no se trata de una denuncia a la que cada uno puede darle la credibilidad que quiera, sino que en este caso ha venido acompañada de un amplísimo reportaje fotográfico que demuestra la veracidad de la denuncia del sindicato policial que está liderando las protestas. Unas imágenes que, por cierto, parecen más propias de un tebeo de Mortadelo y Filemón que del cuerpo policial de una ciudad del siglo XXI con casi 210.000 habitantes.

Así que supongo que por eso, porque su realidad parece salida de las páginas de un tebeo, más de una treintena de agentes decidieron protagonizar un curioso y llamativo acto de protesta. Se vistieron de romanos y, como si de la cuadrilla de Asterix y Obelix se tratase, se plantaron a las puertas del Ayuntamiento mientras dentro se celebraba un pleno. Se hicieron notar, y no sólo por los disfraces -por cierto, muy conseguidos- sino también por los carteles que portaban: «Sin pistolum», «sin repetitorum», «sin emisorum»...

Hay que reconocerles ingenio. Y, hasta si me apuran, cierta gracia, aunque los gobernantes jerezanos no deben pensar lo mismo. Pero, como decía al principio, los motivos de la protesta dejan al descubierto una realidad de lo más triste.

También cabe reconocer que el sindicato policial (SIP) ha logrado que el mensaje cale en la sociedad, incluso fuera de Jerez, ya que numerosos medios más allá de nuestras fronteras se hicieron eco de la noticia.

Me permitirán, llegados a este punto, que explique una anécdota que sucedió al que suscribe con el fallecido Jesús Gil, ex presidente del Atlético de Madrid y ex alcalde de Marbella. En los años que daba sus primeros pasos en esto del periodismo en Madrid, uno tuvo la oportunidad de compartir varios cafés y charlas con el patriarca de los Gil. Y en una de ellas explicó por qué actuaba como actuaba en muchas ocasiones. «Sé que a veces es la mejor forma de hacer llegar mi mensaje, de otra forma posiblemente ni se me escucharía», vino a decir. Argumento aplastante, desde luego, y que quizá a más de uno recuerde al jerezano José María Ruiz-Mateos en sus años más mediáticos, ya que posiblemente en esa cuestión pensaba lo mismo que Jesús Gil y Gil.

Sea como fuere, la cuestión es la dicha, que no se le puede negar a la Policía Local de Jerez habilidad a la hora de transmitir su mensaje, llegando incluso a recurrir al humor en un tema que, a pesar de todo, de gracioso no tiene nada.

Gracia, lo que se dice gracia, tampoco tienen los episodios políticos a los que esta ciudad ya está desgraciadamente tan acostumbrada, y que suelen alcanzar sus puntos más álgidos en las sesiones plenarias, que, dicho sea de paso, se suponen que deberían ser unas citas serias y en las que imperase el respeto. Pero aquí no es así y los representantes políticos de todos los jerezanos -unos más que otros- se enzarzan en enfrentamientos verbales en los que las descalificaciones y las acusaciones directas y personales exceden con mucho el mínimo decoro exigible.

Luego pasa lo de siempre, que muchos incurren en la injusticia de generalizar diciendo que todos los políticos son iguales. No lo son, desde luego, y los hay buenos, pero, desgraciadamente, cada vez lo tienen más difícil para hacerse notar entre tanto mal gusto. Y uno se niega a compartir eso que suele decirse de que cada cual tiene lo que se merece. Porque, qué quieren que les diga, Jerez no se lo merece. Esta ciudad se merece y necesita algo mucho mejor.

Y, para acabar este espacio semanal, tiraré del recurso fácil de una frase célebre. Debe ser que las neuronas están esta vez más cansadas de lo habitual a la hora de ponerme a escribir este espacio. «Es más fácil quedar bien como amante que como marido; porque es más fácil ser oportuno e ingenioso de vez en cuando que todos los días». Lo decía Honoré de Balzac, y no seré yo, desde luego, quien le discuta. Quizá a alguno o alguna le convendría aplicarse el cuento. Dicho queda.