CRÍTICA DE TV

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G ente, el programa de variedades que hace de telonero del Telediario Segunda Edición, tiene una sección llamada La gente opina (véanse las dos acepciones de gente; la del título, referida a la people; la de la sección, referida al común de los mortales). Al grano. Llega el miércoles, se publican las revistas del corazón y los reporteros se las llevan a la calle a enseñárselas a la gente dejándole el micrófono para que hablen de las portadas, del espeso y entrañable amigo de la duquesa de Alba o de la familia de Junior. Por supuesto, dicen lo primero que se les ocurre, sin ninguna cortapisa, como si estuvieran en su casa. En realidad es lo mismo que hacen otros espacios, sólo que unos cobran y otros no. Unos tienen tertulianos que facturan y otro se ahorra pagar. Gente, en teoría, no tiene opinión. Quiero decir que no tiene opinadores de sofá. Pero a la vista de muchos años de tragarnos expertos en la cosa del chisme, no parece que la opinión de una señora a la que pillan de compras por la calle Preciados de Madrid sea menos autorizada que la de, por ejemplo, Juan Luis Alonso, Ángela Portero o Estela Goñi de Tal cual lo contamos (tal cual nos sale de ahí). Salvo excepciones, que uno tenga como profesión hablar de famosos en la tele no quiere decir que lo haga mejor, con más criterio o más sabiduría que alguien con otra profesión más razonable o sin profesión alguna.

Los de Sé lo que hicisteis, con su proverbial, insultante y muchas veces cansina superioridad moral, lo tienen muy fácil a la hora de criticar a los opinadores de sofá y sillón. Pero es que semejante cosa es tan fácil que debería estar prohibida. Los pobres (los opinadores de tresillo) están demasiado expuestos manejando material tan sensible al cachondeo. Pero una crítica semejante (aunque resultara menos jocosa) se podría hacer de los corrillos de sucesos o de las tertulias políticas dizque serias. Una vez preguntaron en sLa Clave a Eduardo Haro Ibars que a qué se dedicaba y él dijo que fundamentalmente iba a bares. Hay gente que fundamentalmente sale en la tele (puede ser periodista, psiquiatra, ex defensor del menor o lo que sea). Y ya sostenía Umberto Eco que ahora mismo lo distinguido es no salir en la tele.