PREPARATIVOS. Los cofrades pasan las noches en los templos trabajando. / NURIA REINA
CÁDIZ

Largas noches de Cuaresma

Los hermanos de las diferentes cofradías trabajan cada día en las iglesias para montar los pasos

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Recuperan la candelería de sus expositores. Durante horas retiran la cera que aún queda de la Semana Santa anterior. Con productos especiales, limpian la plata de los varales, respiraderos, varas y las peanas. Encargan los cirios para los hermanos de fila. Preparan las sayas y túnicas para los cultos cuaresmales. Comienza la cuenta atrás para la salida procesional.

Cuando acaba el Carnaval, los cofrades inician una actividad frenética para que sus titulares luzcan mejor que nunca durante la Semana Santa. Cuarenta días donde es imposible contar las horas perdidas de sueño. Más de un mes de trabajo que nadie gratifica económicamente. Tiempo libre que se quita a la familia, a la novia o a los amigos.

En la iglesia de San Francisco los hermanos de Vera-Cruz comienzan a traer poco a poco sus enseres cada noche desde su casa de hermandad, en la calle Conde O'Relly. La celebración del quinario les obliga a preparar su altar de cultos presidido por la imagen del Cristo, acompañado por Nuestra Señora de la Soledad y San Francisco. El continuo susurro de los cofrades le da un carácter diferente al templo. San Francisco se convierte en su segunda casa en la Cuaresma.

Tras la celebración del quinario, Vera-Cruz inicia el montaje del paso de palio, mientras su nueva vecina, la cofradía de El Caído, también comienza a preparar sus cultos. Es un lugar nuevo para ellos -su sede, la capilla del colegio Beato Diego está en obras-, pero todo son facilidades.

El ruido de los martillos ajustando el respiradero del palio de Nuestra Señora de la Soledad se mezcla con el sonido de las maderas de los pequeños altares sobre el altar mayor. Y de fondo, los hermanos del Nazareno del Amor también van acercando sus enseres hasta San Francisco para preparar a sus titulares. El ambiente dentro del templo es lo más parecido a una reunión de amigos.

El paso del Cristo de Vera-Cruz llegó el viernes por la noche. La cuadrilla de hermanos cargadores lo acercaba desde su casa de hermandad, mientras otro grupo ultimaba todos los detalles para colocar los candelabros de cola en el palio.

Quedan tres semanas para que los cortejos se dispongan en la calle y nada se puede quedar atrás. El Nazareno del Amor subirá a su paso en estos días y Vera-Cruz celebrará el domingo el tradicional acto de subida del Cristo a su paso. Sólo quedarán las flores, que se estarán retocando hasta el último día.

San Lorenzo también empezará a vivir noches de insomnio. Mañana llegará el paso de Nuestro Padre Jesús de las Penas con una nueva fase de la talla. Los cargadores realizarán la maniobra de entrada en la parroquia de la calle Sagasta, mientras que los hermanos comienzan a preparar los enseres del paso de María Santísima de la Caridad. Muchas horas de trabajo para que el domingo todo esté listo. Después lo harán Afligidos y Descendimiento, además de Dolores, que ya no puede trabajar en su capilla y debe ubicarse en el templo.

Mañana también llegan a Santa Cruz los tres pasos de Las Aguas: el del Cristo, el de la Virgen de la Luz y el del San Juan. Allí deberán adaptarse a un espacio compartido con Sanidad, Perdón, Medinaceli y Santo Entierro.

Tres días cerrada

Las puertas de El Carmen permanecerán cerradas desde mañana hasta el jueves para que las hermandades de Borriquita y Prendimiento puedan trabajar en los montajes de los cuatro pasos. Se sacrifican horas de misa diaria para que los cofrades puedan realizar todos los movimientos necesarios para que el domingo, cuando las puertas de El Carmen se abran de nuevo a los fieles, puedan disfrutar de las dos cofradías.

Muchas horas, demasiados días, pero que hacen que los cofrades vivan los días más felices del año.

mhuguet@lavozdigital.es